Este es el nacimiento de un encantamiento, de un hechizo y no solo de una actividad cultural». Esas fueron las palabras iniciáticas de Leo Brouwer un 29 de octubre de 1992, antes del primer concierto de la Orquesta de Córdoba. Ayer, 25 años después, el hechizo siguió funcionando en un cumpleaños que tuvo el lujo de contar con el maestro cubano que vio nacer y dar sus primeros pasos a esta formación, que cuenta ya en su bagaje con 1.500 conciertos y 43 grabaciones discográficas. «Vamos a empezar como aquel día. Me siento muy emocionado», dijo anoche entre los fuertes aplausos del auditorio. Y es que ayer el Gran Teatro fue una fiesta en toda regla, a la que acudieron representantes de todas las instituciones, encabezados por la alcaldesa, Isabel Ambrosio (también asistió Herminio Trigo, el alcalde en el 92), y artistas como el guitarrista José Antonio Rodríguez, y, sobre todo, el público fiel que ha acompañado a la Orquesta todo este tiempo. Un público que ayer, además de querer compartir este cumpleaños, esperaba expectante la vuelta del maestro cubano.

El programa de ayer, confeccionado a partir de música del siglo XX --composiciones en su mayoría iberoamericanas que contenía el Danzón nº 2, de Arturo Márquez, y Adiós Nonino de Astor Piazzola--, hizo un guiño al concierto de aquel jueves 29 de octubre de 1992 con la Fanfarria para el hombre común, de Aaron Copland. La pieza, por cierto, compuesta en 1942 en homenaje a los combatientes aliados de la Segunda Guerra Mundial pudo presagiar los momentos complicados que ha tenido también que atravesar esta formación en este cuarto de siglo. «Hoy es un momento emocionante, único, en el que podemos echar la vista atrás y ver cómo se han superado con éxito momentos difíciles, que nos han llevado con el esfuerzo de todos a tener una orquesta más fuerte y de futuro», dijo ayer Estefanía Montes, gerente de la Orquesta.

Los músicos, por su parte, dieron lo mejor de sí mismos en un concierto que evidenció «el lujo» que supone para una ciudad como Córdoba tener una formación orquestal como ésta. La actuación contó con la presencia del guitarrista y multiinstrumentista español Pablo Salinas --el concierto inaugural contó con otro solista de lujo: Rafael Orozco--, que con su guitarra eléctrica transportó al entregado auditorio a mundos sonoros tan actuales como la música de los Beatles.