Contra todo pronóstico termal, el coso de Los Califas se presentaba apetecible y fresco con una suave brisa y todo bien organizado y pensado para un público mayoritariamente femenino, fiel a la cita con el que ha sido su ídolo por más de 15 años desde su lanzamiento en OT (Operación Triunfo).

Un escenario diseñado con pulcritud algorítmica, cumpliendo con las exigencias que todo espectáculo de esta altura requiere, con despliegue de pantallas, efectos multimedia y cabinas enmarcando a cada músico en estructuras geométricas de marcos brillantes, casando al piano de cola con software y nuevas tecnologías musicales, Ableton live y dj, como marcan los tiempos.

David apareció en el escenario, tras varias olas brasileñas de sus fans que preludiaban su presencia, por otro lado, milimétricamente puntual, según lo anunciado, a las 22.00 horas.

Ni una patadita, ni exageraciones, ni piruetas circenses sin concesiones y en consonancia con el vestuario, elegante y sobrio al principio y descamisado después, para terminar con la sencillez de una camiseta blanca.

Bisbal es un artista consumado, avalado por una ingente cantidad de ventas y éxitos que ha sabido mantener sin perder sus fans iniciales e incorporando a los hijos y nietos sin perder frescura.

Se gusta en su elegancia, transmitiendo madurez y respeto sin dar un paso atrás en su capacidad de seducción y su sonrisa. Canta con los ojos cerrados como quien hace el amor.

Un repertorio estudiado al detalle, que constó de cuatro partes. La parte inicial, con temas como Mi norte es tu sur, con el que el cantante empezó el show, y algunos temas ya conocidos como Diez mil maneras.

Una segunda parte, con un medley acústico, cuan mtv unplugged, rodeado de guitarras acústicas y cajón flamenco, con un sentido homenaje a los refugiados y, en especial, a los niños de Venezuela, por título Duele demasiado. La cordobesa Vega, invitada de lujo, se encontró con David Bisbal en el escenario para interpretar el tema No amanece, que ella le compuso por encargo e hizo las delicias de sus paisanos. Bisbal resumió ese momento asegurando que «ojalá no amaneciera nunca y me quedara aquí con Córdoba», llegando incluso a sentarse en un margen del escenario para dar todo el protagonismo a Vega.

Como parte de las sorpresas que tenía preparadas el cantante, la aparición de Esperanza, anteriormente alumna aventajada de Bisbal en La Voz Kids, hizo florecer la parte más emocional del público.

Un Princesas dedicado a su hija Ella, que se encontraba en el lugar aunque no vimos, pero sentimos, dio paso a un final muy esperado por todos, repasando los temas más conocidos de su carrera que pusieron a bailar a todo el mundo, con versiones y remixes electrónicos.

Ni una patadita, solo un giro, que se me antoja muy Michael Jackson, y aun así, todo el mundo estuvo entregado. Ya saben cómo es el nuevo Bisbal.