Ha tardado once años en regresar a los escenarios con un nuevo repertorio y ahora es el momento de descubrir las nuevas canciones de Ana Belén en directo en una gira que la llevará por numerosas ciudades españolas.

-Después de tanto tiempo sin canciones nuevas, supongo que será excitante para usted introducirlas en un concierto.

-No me había dado cuenta de que habían pasado tantos años. Estoy muy contenta con el álbum Vida y con cada uno de sus temas, pero como el público no los conoce tanto intento cuidarlos con más cariño, los explico, los introduzco y los iré intercalando con otros más conocidos, que al fin y al cabo son los que la gente quiere escuchar.

-¿Quería tratar algunos temas en concreto en las nuevas canciones?

-Hay letras de celebración de la vida, pero también otras que expresan una cierta preocupación por cuestiones que estamos viviendo, como es el caso de los refugiados. Nos sobrecoge, pero al mismo tiempo me planteo si no terminamos por acostumbrarnos, por inmunizarnos frente al dolor ajeno y la falta de humanidad.

-Hay un tema compuesto por Rozalén de marcado acento feminista.

-Se titula Mujer valiente y habla de algo tan básico como aprender a decir que no. No resulta tan fácil como parece y ha costado muchas víctimas. Afortunadamente, antes era una tragedia sorda y ahora ha adquirido un eco social. Se trata de un problema de educacional de poder. Como ese poder siempre lo ha tenido el hombre, no está dispuesto a compartirlo. Por eso sigue costando tanto avanzar en la igualdad.

-¿Cómo se lleva con las nuevas generaciones?

-Me encanta relacionarme con la gente joven. Están muy preparados, saben lo que quieren. Yo no sé trabajar sola y busco compañeros con los que entenderme y pasármelo bien, porque para mí la diversión en todo lo que hago es cada vez más importante.

-¿Cree que en cuestiones artísticas sufrimos una regresión a causa de la represión?

-Muchas cosas que se hacían a finales de los 70, serían inimaginables hoy. Ya no digo realizables, sino impensables, porque a nadie se les ocurría hacerlas. Nos hemos vuelto mojigatos, pacatos, estamos llenos de miedos. Cuando murió Franco se destapó el corcho y salió todo lo que tenía que salir. Ahora ese corcho se ha vuelto a poner en la botella, por esa cosa de la corrección. Al final, tengo claro que la peor censura es la de uno mismo.

-¿Eran más modernos entonces?

-Como diría Calderón de la Barca, en aquel momento fuimos… un pasmo.