Comenzó a bailar de forma natural, siendo muy niña. Hija de los bailaores Javier Latorre y Nuria Leiva, esta disciplina ha formado parte de su vida desde que tiene uso de razón, aunque, asegura, su familia mostró algunos reparos ante la idea de que esta afición se convirtiera en su profesión. «Mi padre no quería», dice, pero un día se pusieron frente a frente: «Si piensas dedicarte a esto te lo tienes que tomar al cien por cien; si no, retírate». Finalmente, Ana Latorre (Córdoba, 1994) decidió embarcarse en la aventura del baile, formándose en conservatorios de Córdoba, Málaga y Madrid, aunque fueron los cursos y clases extra, así como el ambiente flamenco que la rodeaba, los que la indujeron a seguir este camino. Tras un recorrido que, pese a su juventud, ya la ha llevado por numerosos escenarios y tablaos, ahora afronta el estreno, el día 31 de enero, de su primer espectáculo propio, Leiva yo a contar, donde, bajo la dirección de su madre, hace un recorrido por sus vivencias a través de los palos del flamenco.

-Anuncia su primer espectáculo propio con el título ‘Leiva yo a contar’. ¿Qué pretende transmitir con él?

-Trato de recrear el mundo del artista por dentro, las inseguridades, los miedos, la ilusión… En definitiva, lo que me ha pasado a mí. Los cantaores, Roberto Lorente y Eva Ruiz, simbolizan la voz de mis padres. Es un poco autobiográfico y, aunque creo que con mi edad no tengo grandes cosas que contar, conforme se iba montando el espectáculo se ha llegado a eso, a mi vida y a la relación con mis padres. Todo esto se pone en pie a través de cinco números potentes con peteneras, zapateado, bulerías y taranto, para terminar con un playback de Córdoba de Albéniz.

-Además de por dos cantaores, ¿de quién más se acompaña?

-También estará el percusionista Javier Rabadán y el guitarra Luis Medina, compositor de la música, además de un artista invitado, mi primo Daniel García, que hace un número. Estoy rodeada de la gente que quise desde un principio, como los coreógrafos, que, además de mi padre, son Manuel Liñán, José Maldonado y Hugo López.

-Asegura que todo vehículo tiene su motor y el suyo se apellida Leiva. ¿Es porque su madre dirige esta producción?

-Sí, y porque la iniciativa es suya. Ella es la que ha hecho que esto sea posible. Y con su ilusión me ha obligado también a mí a enfrentarme al reto. Ella ha sido siempre mi principal motivación y mi timón.

-Pero en la coreografía también interviene su padre. ¿Ha sido su mejor maestro?

-Profesionalmente hablando, los dos son mis pilares, aunque todos los artistas con los que he podido aprender me han aportado algo.

-Lleva el baile en la sangre, pero, ¿es una presión ser ‘hija de’?

-Mucha gente me hace esa pregunta. Es posible que algunos vengan a verme bailar para ver si doy la talla, pero yo no tengo esa presión encima porque me la doy yo misma; la primera que se exige soy yo. Creo que nos parecemos en algunas cosas, como, por ejemplo, en la forma de zapatear, pero cada uno tiene su estilo.

-Con este espectáculo viajará al próximo Festival de Jerez, donde ya tiene experiencia junto a su padre. ¿Le impone ahora más ese escenario?

-Muchísimo. Este es el reto más grande de mi vida. Estaré yo sola bailando una hora en el escenario y eso es muy diferente a lo que he hecho hasta ahora.

-¿Cuáles son sus referencias, sus influencias?

-Me gustan muchos bailaores y de muy diferentes estilos.

-¿Hacia dónde van sus inquietudes artísticas? ¿Está más cerca de la tradición o de la innovación?

-En este aspecto, mi madre, que es quien ha dirigido el espectáculo, es mucho más transgresora e innovadora que yo. Yo me considero un poco mas tradicional, aunque me encanta ver a gente innovando y haciendo otras cosas. Pero creo que todo depende de la calidad.

-¿Qué opina de las iniciativas más vanguardistas?

-Me encantan y admiro ese trabajo. Pero creo que mucha gente de mi edad, al ver el triunfo de esas propuestas, empieza por ahí, lo que para mí es como comenzar a construir la casa por el tejado.

-¿El baile es una profesión para usted o algo más?

-No lo siento como un trabajo, como alguien que va a la oficina de ocho a tres. Es mucho más. Es a lo que me dedico, pero forma parte de mí, es algo muy vocacional y algunas veces me olvido de que es una profesión.

-Es una carrera dura. ¿Le compensa el sacrificio?

-Hasta ahora, sí. Si no fuera así, me dedicaría a otra cosa.

-Ha trabajado con grandes bailaores cordobeses y con el bailarín Antonio Ruz, a quien otorgaron este año el Premio Nacional de Danza, junto a la también cordobesa Olga Pericet. ¿Cree que el baile en Córdoba se acerca a la altura de la guitarra?

-En cuanto al baile, creo que hay mucho talento en Córdoba, es una fuente de bailaores maravillosa, pero la propia ciudad no valora a sus artistas, que son mucho más reconocidos en cualquier otra ciudad o país. De hecho, yo me estoy encontrando a muchos en Madrid.

-¿Faltan salas y escenarios en Córdoba para el flamenco?

-Salas y programación de flamenco. Hay algún tablao y algunas semanas importantes al año con el Festival de la Guitarra o el Concurso de Arte Flamenco, pero haría falta mucho más ambiente. En Madrid se echa mucho de menos a Andalucía, y muchos artistas estarían encantados de poder vivir en su tierra y trabajar en ella.

-Aunque ya está consiguiendo llevar a escena sus trabajos, ¿cómo ve el panorama flamenco para que salgan a la luz los proyectos de la gente joven?

-Difícil. Me considero muy afortunada, una privilegiada, solo con tener dos fechas (Córdoba y Jerez) para hacer mi espectáculo.

-Lleva años bailando dentro y fuera de España. ¿Le sorprende como reciben el flamenco más allá de nuestras fronteras?

-Si no fuera por los extranjeros, esto estaría mucho peor. La ganas, la afición al flamenco que se tiene fuera de España es mucho mayor que la nuestra. En los tablaos, el público es fundamentalmente extranjero, se vive de ellos al día de hoy.

-¿Qué diferencia hay entre bailar en un tablao o en un teatro?

-En un tablao no hay nada montado, se improvisa, es un diálogo entre cante, baile y guitarra que se da en ese momento, que es irrepetible. En un escenario todo está cuidado al detalle. Creo que cada cosa tiene su aliciente. El día que se te da bien en el tablao es maravilloso, pero cuando no hay compenetración sales frustrada. Creo que con la escuela que yo he tenido, me veo más tranquila con lo que está muy bien organizado, pero con el tiempo he aprendido a disfrutar del tablao porque salen a la luz tus propios recursos.

-Debuta con un espectáculo propio en un escenario como el Góngora. ¿Es algo especial para usted?

-Para mí es maravilloso poder preestrenar (el estreno se hará en Jerez) mi primer espectáculo sola en mi tierra. Reconozco que me da un poco de miedo lo que puedan valorar mis paisanos, aunque estoy tranquila. No soy una persona nerviosa, pero esto es como jugar en otra liga, te enfrentas tú sola ante el público a contar tu verdad, a desnudarte ante la gente. Espero que todo el mundo disfrute, porque voy a intentar dar lo mejor de mí.