Hay como un poso de melancolía en esta última película de Isabel Coixet, un halo de tristeza que inunda el relato. Desde que arranca en Manchester, la ciudad donde ejerce como empleado de banca el protagonista, instalado en una rutina de lo más deprimente, sin margen de maniobra para resolver dignamente los casos que se le presentan y demasiado bueno para decir no a los clientes con problemas económicos debido a la crisis. Todo cambiará para este aficionado a la meteorología cuando se encuentre una mañana en su mesa con la carta de despido, después de toda una vida de fidelidad a la empresa

Decidirá entonces atender la invitación de su hermano para pasar una temporada en Benidorm, localidad turística donde reside y regenta diferentes negocios, entre otros un club de burlesque. La intriga surgirá cuando el solitario protagonista que encarna el extraordinario actor británico Timothy Spall llegue a la ciudad de la luz mediterránea donde acuden en masa los turistas británicos y las excursiones del imserso, y compruebe que su hermano ha desaparecido. Todo un macguffin, un elemento de suspense éste que servirá a la directora premiada con el Nacional de Cinematografía de 2020 para retratar lo más luminoso y lo más oscuro de esta mágica localización, donde igual uno se encuentra con bloques inmensos de hormigón que con espectáculos de lo más cutre: horteras despedidas de soltera, acróbatas vaginales, bailarinas enlazadas con serpientes… Pero también, en el lado más refulgente, un lugar donde Silvia Plath fue feliz.

En el lado más romántico de la historia se sitúa Sarita Choudhury, la mujer que rescatará al desubicado protagonista que se encuentra como sonámbulo en un Lost in traslation en Benidorm. Asimismo, encontramos en el reparto a los siempre solventes Pedro Casablanc, Carmen Machi y Ana Torrent. La sugerente música de Alfonso de Vilallonga y la luminosa fotografía de Jean-Claude Larrieu consiguen crear atmósferas de lo más precisas en este recomendable filme.