ORQUESTA DE CÓRDOBA. CONCIERTO EXTRAORDINARIO 25 ANIVERSARIO

GUITARRA ELÉCTRICA: Pablo Salinas

DIRECTOR: Leo Brouwer

Se podía cortar la expectación en el ambiente a la entrada del Gran Teatro: la celebración del 25 aniversario de nuestra orquesta nos traía de vuelta a Leo Brouwer en el atril, a lo que se sumaba un atractivo programa centrado en obras americanas del último siglo. Ante un aforo casi completo -con bastantes más asistentes de menos de treinta años que de costumbre-, entró un enjuto Leo Brouwer que se movía como un junco entre los músicos y, tras escuchar una larguísima ovación de bienvenida, levantó el vuelo, tiró de la orquesta y del público y las altas expectativas que teníamos se quedaron pequeñas comparadas con lo que escuchamos.

Comenzó probando los metales con la Fanfarria para el hombre común de Copland: brilló el metal, estremeció la percusión y atronaban los silencios. Siguió Evocación de las montañas de Curitiba con una cuerda atenta y embebida en su batuta. Probada la orquesta, sonó el Homenaje a García Lorca de Revueltas, impecable en su compleja y abrupta forma, de difícil dibujo y atribulada expresión. Todo estaba, se escuchaba y nos impregnaba.

A estas alturas, la trabajada dirección que ejerce Brouwer, atenta a cada inflexión, a cada matiz expresivo, articulando los sucesos encadenados en un todo y vertebrando el tiempo que transita cada obra ya había dado lugar a un extraordinario sonido orquestal, un sonido fresco y vital que llevaba al público a ovacionar cada obra.

Justo después, el Danzón nº 2 de Márquez comenzó dulce y acariciante y, cuando nos dimos cuenta, Brouwer estaba conteniendo una orquesta que se desataba hasta que la hizo estallar, para dejarla retomar aliento en una montaña rusa en la que nos embarcó a todos. Sin prisas, con intensidad, con cabeza, con corazón. La respuesta fue una emocionante y asombrada ovación.

Brouwer no se dio un respiro y acometió Las ciudades invisibles, intensa y hermosa obra propia, narrada con vigorosas texturas a la que siguió la célebre orquestación de Adiós Nonino. Finalizó el concierto con las Beatlerianas para guitarra con un excelente Pablo Salinas, haciendo gala de la flexibilidad y la elegancia del junco a la hora de elaborar un programa, e interpretándolo como el maestro que es durante dos horas de música sin tregua.