El confinamiento al que la crisis del coronavirus ha sometido a la población y ha provocado el cierre de todo tipo de equipamientos culturales está siendo muy agradecido especialmente por los museos, que, aunque echan de menos lucirse ante los visitantes, gozan ahora de un «reposo necesario», según manifiesta Manuel Enrique, capataz de los espacios museísticos municipales de Córdoba, cuya labor consiste en llevar el control de su personal y de su mantenimiento y vigilancia. Desde que se declaró el estado de alarma, se ocupa de visitar al menos una vez a la semana cada uno de estos enclaves, principalmente los que gozan de mayor valor artístico, como el Romero de Torres y el Taurino.

Comprobar que los sistemas de alarma funcionan, que permanezca todo cerrado, que la temperatura de conservación sea la adecuada, sobre todo en el museo del ilustre pintor cordobés, y que no haya filtraciones por las recientes lluvias forma parte del trabajo de Enrique, que asegura que no ha encontrado «incidencias de consideración» en ninguno de estos espacios, excepto alguna pequeña gotera en los depósitos donde se guardan todos los bienes culturales del Ayuntamiento, que también están bajo su vigilancia, así como una pequeña inundación en la Casa Góngora debido a las precipitaciones.

Entre todos los enclaves culturales dependientes del Ayuntamiento, la mayor atención se la lleva el Museo Julio Romero de Torres «por el patrimonio que alberga», ya que el Alcázar «es, sobre todo, jardines y no necesita una atención tan específica en cuanto a conservación», señala el experto, que cuando observa que hay más suciedad de lo normal avisa a Sadeco para que realice esas labores de limpieza, lo que se hace habitualmente los fines de semana en el Salón de Mosaicos y los pasillos del recinto.

FUERA LUCES // En cuanto al Taurino, también realiza una vista más especial, aunque, a diferencia del Romero de Torres, «no tengo que usar linterna porque hay iluminación natural suficiente». Y es que la luz es algo que Enrique trata de no usar en la pinacoteca del pintor de La Chiquita Piconera, donde se vale de una linterna «para no molestar a las obras y sigan en ese letargo».

«Yo creo que lo agradecen», continúa el experto, que considera que «hay un abuso de visitantes en estos espacios» y cree «que los museos no están para generar economía, aunque forman parte de su apoyo». «Cuando cerramos el Alcázar cada día a los visitantes el propio monumento descansa, respira», continúa Enrique, que cree que debería tener menos sobrecarga de turistas, «algo que ahora se va a respetar mucho más».

CONTACTO CON EL PÚBLICO // El contacto con los ciudadanos es lo que ha caracterizado al Museo Arqueológico de Córdoba, que, como los demás equipamientos culturales de la Junta de Andalucía, como el Museo de Bellas Artes y Medina Azahara, ha estado llevando a cabo labores de vigilancia y mantenimiento y en estos momentos se está procediendo a implantar las medidas de seguridad para poder adaptarlos a los requisitos que establece la fase 1 aprobada por el Gobierno central, igual que los centros culturales municipales. Así, se están estableciendo nuevas señalizaciones, colocación de mamparas, estudio del aforo, etcétera.

Pero mientras tanto, el Arqueológico ha difundido toda su riqueza a través de las redes sociales, aumentando su presencia con nuevos contenidos en su página web. Por otro lado, este centro continúa con la ventana abierta al mundo que le ofrece Google Arts & Culture a través del proyecto Maravillas de Andalucía, ofreciendo, mientras sus piezas reposan en soledad, visitas virtuales a los espacios del museo, piezas destacadas o exposiciones online como Ocio y Espectáculos, Antes de Córdoba o los Ritos funerarios.

Además, este museo comparte en las redes vídeos, fotos y enlaces que recuerdan lo necesario que es mantener el contacto y saber que están al otro lado. A la espera de su próxima apertura, los amantes del arte tienen aún activa esta ventana.