La importancia de los textos con los que trabajó san Juan de Ávila radica en que «son los libros que tuvo en su mano un santo» y que son esenciales «para conocer la faceta humanística e intelectual» de su obra, según la responsable técnica de la Biblioteca Diocesana de Córdoba, María Victoria Arredondo. La institución que depende del Obispado de Córdoba acoge hasta el 27 de marzo la exposición Un paseo por la librería de San Juan de Ávila, donde se muestran las diecinueve obras del santo que se conservan en la Biblioteca Diocesana, donde llegaron desde el colegio de la Encarnación de Montilla.

La biblioteca de este centro, junto a la otra corporación jesuitica de la provincia, el colegio de Santa Catalina de Córdoba, fue integrada en la del obispo por disposición de Carlos III cuando decidió la expulsión de la Compañía de Jesús, resolución de la que el jueves pasado se cumplieron 253 años. En 1999, según explica Arredondo, el hoy arzobispo de Granada, Javier Martínez, entonces al frente de la diócesis de Córdoba, dispuso la creación de la Biblioteca Diocesana para agrupar la del Obispado, «con toda la carga documental diocesana», la del Seminario, que se remonta a 1548, y la de los jesuitas.

Los libros del santo, que pasó los últimos quince años de su vida en Montilla, donde falleció en 1569, pudieron ser identificados en el conjunto de la biblioteca del colegio de la Encarnación, que él mismo había fundado, porque una mano anónima anotó: «Este libro fue del maestro Ávila» en cada uno de los ejemplares. No está documentado a quién pertenecía esa mano, pero sí que fue uno de sus discípulos, Juan de Villarás, el que se hizo cargo de sus pertenencias cuando falleció y las llevó al colegio de la Encarnación.

María Victoria Arredondo, que es la comisaria de la exposición que se enmarca en el programa Córdoba en púrpura, promovido por el Ayuntamiento para dar a conocer la importancia de la cultura cristiana, destaca que san Juan de Ávila «fue teólogo, pero la importancia que tiene más que nada es por su buena doctrina». A su juicio, «lo que realmente convierte interesante sus libros es que pertenecen a grandes teólogos del momento, cuando la Iglesia está pasando por una faceta de renovación, por el Concilio de Trento y toda la doctrina luterana, casi todo los libros que tiene son de controversias de la época».

Uno de los ejemplares que la comisaria destaca una «copia fidedigna» de uno de los manuscritos del santo, cuyo original se conserva en el Sacromonte, en la que se recoge unas adendas al Concilio de Toledo, que encargaron Cristóbal de Rojas y Sandoval, obispo de Córdoba, y Pedro Guerrero, arzobispo de Granada. En total, de san Juan de Ávila se conservan veinte volúmenes, que contienen veinticuatro obras, ya que alguna encuadernación incluye más de una, por los que no ha dejado de pasar la mano de la censura de la Inquisición.