El actor Federico Luppi, icono del cine argentino y uno de los actores más elegantes del cine latinoamericano, falleció ayer a los 81 años en un centro hospitalario de Buenos Aires tras no recuperarse de un hematoma en la cabeza que sufrió el pasado mes de abril. El mítico Luppi recibió, entre otros galardones, seis premios Cóndor de Plata del cine argentino al mejor actor, así como la Concha de Plata en la misma categoría del Festival de San Sebastián y estuvo dos veces nominado a los Goya. Nacido en 1935 en Ramallo, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia humilde de origen italiano, estudió en La Plata dibujo y escultura, pero finalmente prefirió el mundo interpretativo, por lo que compaginó ser corredor de seguros y empleado de banca con la actuación en locales nocturnos bonaerenses.

Su compromiso con la democracia le condujo a enfrentarse con la dictadura militar argentina. Entre 1976 y 1981 estuvo censurado por el régimen, lo que aprovechó para trabajar en España donde, en el 2002, se estableció de modo definitivo y logró la nacionalidad un año después. Debutó en el teatro con Ha llegado un inspector, donde hizo de galán, papel que repetiría en diferentes ocasiones. Más conocido por su labor cinematográfica, debutó con la película de Leonardo Fabio Romance de Aniceto y la Francisco (1965) y desde entonces alternó sus rodajes en Argentina y España.

Su filmografía incluye títulos como La revolución (1973), de Raúl de la Torre; Tiempo de revancha (1982), de Adolfo Aristarain; No habrá más penas ni olvido (1983), de Héctor Olivera; o La vieja música (1985), de Mario Camus. En 1992 protagonizó la cinta de Adolfo Aristarain Un lugar en el mundo, que fue Concha de Oro en el Festival de San Sebastián y Goya a la mejor película extranjera de lengua hispana. Trabajó en Cronos (1993), un thriller del mexicano Guillermo del Toro distinguido con una decena de galardones internacionales, entre ellos, el Premio de la Crítica de Cannes y el Premio al Mejor Actor del Festival de Sitges.

Dos años después volvió a rodar con Aristarain, esta vez La ley de la frontera, e intervino en el filme de Agustín Díaz Yáñez Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. Por su interpretación de villano en este último, Luppi recibió un Premio Ondas. Sol de otoño (1996), de Eduardo Mignona, fue Goya a la mejor película extranjera y supuso a Luppi el Premio al mejor actor del Festival Internacional de Cine y TV de Cartagena. En 1997 llegó la coproducción hispano-argentina Martin (Hache), a las órdenes de Aristarain y en la cual encarnó a un director de cine argentino que es visitado en Madrid por su hijo.

Ese personaje, uno de los que mejor expresaba la elegancia y clase de Luppi ante las cámaras, le valió la Concha de Plata del Festival donostiarra. Sus últimos papeles fueron Sin retorno (2010), Cuatro de copas (2011), Inevitable (2014) Magallanes (2016) Al final del túnel (2016) o Nieve Negra (2017), de Martín Hodara. Distinguido con el Coral de Honor a su trayectoria por el Festival cubano de La Habana (2002), debutó como director con el largometraje Pasos (2005), sobre un guión de su esposa (la española Susana Hornos), protagonizado por Ana Fernández y Alberto Jiménez.