Como si se hubieran olido que venían tiempos raros y extremos, Los Enemigos cierran filas en un álbum, Bestieza, urgente, macizo, con el que hacer de tripas corazón dejando que la emoción corra por dentro. Canciones que este grupo tramado en los bares de Malasaña allá por 1985 presentará en el Festival Mil·lenni, pero no el mes que viene, como estaba previsto, sino el 15 de enero del 2021. Hablamos con el cantante del grupo, Josele Santiago, que vive actualmente en Montcada i Reixac, en Cataluña.

-En el título del disco se han tomado una licencia sin permiso de la RAE.

-Viene del catalán «bestiesa», que me encanta. Dice mucho de lo que hay en este disco. Habla de la contundencia y de lo agreste, y tiene que ver con la idea de un futuro de, como mucho, media hora. Ahora, con el bicho este... Pero mucha gente ya lleva tiempo sin pensar en el mañana. Desde el 2008 o por ahí. Me hizo gracia cuando alguien dijo: «Se acabó el futuro...». Para muchos, esto no es nuevo.

-Viene de un disco en solitario elogiado, ‘Transilvania’ (2017). ¿Ha compuesto de otro modo al pensar en Los Enemigos?

-No, lo distinto es la manera de vestir las canciones. A estas les sentaba bien meterles caña. Lo fui sintiendo así: «A ver, un poco más....», «¿nos habremos pasado?»... La mayoría están hechas con guitarra acústica.

-¿Es un disco más pensado que el anterior, ‘Vida inteligente’ (2014)?

-Aquel estaba más deshilachado. Este se ha agarrado a uno de nuestros puntos fuertes que es el punk, el registro guitarrero. Es como mejor nos lo pasamos en directo, cuando tocamos canciones como Dentro, Sr. Correcto o Yo, el Rey, que beben de la música del 77.

-Sus letras son diálogos consigo mismo.

-Monólogos donde me meto dentro de un personaje. En Menos que un perro habla un hijo de la gran puta y yo estoy ahí dándole voz. El Rey pescador es un gurú espiritual que va a por tu cartera. Y eso es así de toda la vida, porque Desde el jergón ya era sobre un tío que está preso, Septiembre va de un chaval que se va a colgar de un pino...

«Me gusta ese juego. Lo cual a veces da lugar a confusiones: «Tú piensas eso?». No, hombre, no...

-En ‘Sacrilegio sideral’ da voz a un individuo que dice haber desperdiciado toda su vida «de una manera constante y tenaz».

-Es la más nihilista. Me interesa ese tío que tenía una casa, un curro, y míralo ahora, con la mochila... La mayoría de veces no es voluntario, pero a veces sí lo es: gente que se va y a tomar por culo. Siempre que veo a un sintecho me pregunto, «y usted, ¿cómo...?». «Ah, que me quedé sin curro», o «que me fui de casa y llevo dando vueltas cinco años, y cuando me muera, me muero...» Pues vaya huevos que tiene usted, señor.

-En Los Enemigos marchó Manolo Benítez y ha entrado David Krahe.

-Manolo Benítez se fue con Porretas. Así lo decidió. Porque nosotros le planteamos: «Aclárate, que en dos grupos no puedes estar».

-Después de tantos años así, ¿le obligaron a decidirse entre un grupo u otro?

-Claro, ¡no puedes mandar a un sustituto para Los Enemigos! David es un guitarrista muy versátil. Está interesado en los efectos; tiene una pedalera que flipas, y sabe qué hacer con ella. Aporta mucho entusiasmo, que no es ninguna tontería, y es muy trabajador. Es medio alemán, y se nota. Y está ahí el espíritu de su tío.

-Claro, su tío es el cantautor Javier Krahe.

-En el fraseo de Sacrilegio sideral teníamos una broma: «Voy a probar como lo haría tu tío». Él está un poco ahí, o a mí me hace ilusión que esté. Soy fan de Javier Krahe, sobre todo de sus letras, y de su manera de afrontar el espectáculo, y de su falta de pretensiones.