La Fundación Canal ha inaugurado en Madrid la exposición ‘Magnum. El cuerpo observado’, una muestra que explora a través de la mirada de diferentes fotógrafos de la prestigiosa agencia de qué manera ha evolucionado desde la década de los treinta hasta nuestros días la imagen que tenemos del cuerpo humano a través de diferentes aspectos que tienen que ver con la identidad, la intimidad, la sexualidad, el voyerismo o la 'performance'.

Elegidos por sus diferentes enfoques, estos artistas emplean una amplia variedad de técnicas y de estilos de narración que abarcan desde el modernismo hasta el realismo mágico y el retrato colaborativo que nos adentran en espacios de una enorme riqueza expresiva.

Son 14 autores de todas las nacionalidades y etapas históricas los que recoge esta exposición que cuenta con más de 130 trabajos. El recorrido comienza con los cuerpos dormidos de una serie de soldados que capturó Tim Hetherington cuando se encontraba cubriendo la guerra de Afganistán en el 2008. A él no le interesaba captar la épica de la batalla, sino la soledad y la vulnerabilidad de aquellos que la protagonizaban en sus respectivos espacios de intimidad.

En el caso del francés Antoine d’Agata, su forma de acercarse al cuerpo es rotundamente visceral y militante. Está interesado en plasmar la vida de las personas que viven en los márgenes de la sociedad. Pero en vez de mirarlas desde fuera con su objetivo, él participa de forma activa dentro de ese submundo para captar la verdadera esencia de esa oscuridad. Sus cuerpos desenfocados pueden parecer abstractos, pero son reflejo del miedo, el dolor y el deseo.

La primera mujer

Son varias las mujeres que se integran dentro de la muestra. Su trabajo resulta fundamental a la hora de explorar el elemento femenino desde diferentes perspectivas inéditas. Es el caso de Eve Arnold, la primera fotógrafa que formó parte de la Agencia Magnum. A finales de los años 50 fue contratada por la revista 'LIFE' para producir un ensayo visual sobre la actriz estadounidense Joan Crawford. Tenía que seguirla en su día a día y, lo que lo que podía haber sido un publirreportaje, se convirtió en una cruda reflexión en torno a la imagen, a la fabricación del mito. ¿Cuántas horas tenía que dedicar Joan Crawford para ser Joan Crawford?

La actriz Joan Crawford se pinta los ojos / EVE ARNOLD

Las tradiciones y ritos de la España oculta son el centro de las obras que se muestran de Cristina García Rodero, que durante años recorrió nuestra geografía buscando manifestaciones populares recónditas. En su caso, el cuerpo tiene que ver tanto con el aspecto festivo como penitencial. Las celebraciones trasmiten la memoria, y también tienen que ver con una especie de ritual de carácter catártico y atávico.

La abstracción de Werner Bischof y sus cuerpos que parecen objetos; la obsesión escultórica de Hebert List en sus composiciones en blanco y negro; el retrato de los pecados capitales de la moda por parte de Bruce Gilden; la denuncia social de Olivia Arthur y su serie sobre la comunidad 'queer' en la ciudad de Bombay; o el lirismo de Alessandra Sanguinetti, que en su serie ‘Las aventuras de Guille y Belinda y el enigmático significado de los sueños’ nos adentra en el paso de la niñez a la edad adulta de la mano de dos preadolescentes que le ayudan a configurar un imaginario propio son otros tantos atractivos de la muestra.

Nos quedamos en la cabeza con una de las reflexiones que desprende la obra de Philippe Halsman, que hizo saltar durante sus sesiones a políticos, empresarios, estrellas del cine e incluso miembros de la realeza. Su teoría: cuando saltamos, de nuestro rostro desaparece la máscara de las apariencias, porque sabes que si pierdes el equilibrio, te puedes caer.