15 años después de que el escritor y periodista barcelonés Manuel Vázquez Montalbán dejara huérfano a Carvalho en el aeropuerto de Bangkok, el icónico personaje que creó ha resucitado. Lo ha hecho en el verano del 2017, en la Barcelona previa al atentado de la Rambla y al 1-O, en la percha del detective real en el que pudo inspirarse El Escritor, como le llama en Problemas de identidad (Planeta/Columna) Carlos Zanón (Barcelona, 1966), quien tras novelas como Yo fui Johnny Thunders y Taxi asumió el «insensato» reto de recuperar al investigador («tenía que arriesgarme aunque saliera mal»). Tiene la edad de Juliette Binoche (en la novela, 53), sigue siendo gurmet y quemando libros, sí, pero es un Carvalho auténticamente zanoniano. «Es escéptico, tierno, apátrida, lúcido y leal, combina ternura y dureza y es protector de los suyos».

-¿Qué libro quemaría Zanón?

-El criterio de Carvalho no es exactamente el quemar libros malos o que no le gusten. Pero yo, uno con el que no pude nunca fue Moby Dick, y él lo quema por mí.

-«Eres de quien te escribe», dice ‘su’ Carvalho.

-Cuando acepté el encargo tuve claro que debía hacerlo en primera persona porque como lector quería que hablase él mismo. Y un amigo que conocía bien el trabajo de Vázquez Montalbán me dijo que en artículos en Interviú él aparecía como personaje y decía que había alquilado un despacho en la Rambla y que bajaba al despacho de un detective donde ya estaba con Biscúter de ayudante. Y me dije: «Ya está». Juego con la idea de que había una persona de verdad sobre la que él escribía y cuyos casos interpretaba.

-Carvalho aquí huye del «tipo que escribió El Escritor». ¿De ahí los problemas de identidad del título?

-Era una reflexión sobre lo que representa ser un escritor conocido, porque llega un momento en que no sabes quién eres porque la gente cree que te conoce a través de tus libros y un día no sabes a qué imagen respondes.

-En el libro le dicen: «Eres puro cliché, Pepe: borracho, solo, desnudo y desesperado». Está desencantado, es casi crepuscular.

-Es un personaje más atormentado, sí. Está enfermo y, sobre todo, tiene la sensación de que durante una parte de su vida se ha protegido demasiado bien. Es como en el cuento de Los tres cerditos, donde el que se hace la casa de cemento cree que está protegido porque el lobo no entra y no le hace daño, pero es que está encerrado. Carvalho se ha protegido tanto emocionalmente que, cierto, no se ha hecho daño, pero tampoco tiene nada.

-Y Charo es historia pasada y se enamora perdidamente de Novia Zombi, casada con un político del PP de Madrid.

-Sí, el lector sabe que no es la mejor historia del mundo pero él apuesta por ella aunque no le conviene. Es una relación extraña que él se plantea como un caso que no entiende, no entiende por qué no se queda con él, de qué dice protegerle... y eso hace que se enganche más.

-¿Puede llegar a destruirlo esa relación?

-Sí. Creo que me planteaba a Carvalho como un vampiro que busca la estaca de madera, porque hay un momento en la vida que te planteas encontrar algo por lo que perder la vida.

-¡Casi parece que quiera acabar con él!

-Quería dejarlo vivo porque aún no sé qué haremos con el personaje... Pero no quería que se mantuviera sobrio, porque el típico investigador que conserva la calma sí me parecía un cliché. Y él pierde los nervios, a veces se muestra intolerante, sabe que se ha equivocado con Biscúter. Está enfermo, no se encuentra bien en su cuerpo ni en su vida... me gustaba llevar a este personaje al límite.

-A Biscúter, su ayudante, lo trata muy, muy mal...

-Es por celos, es injusto con él. Los héroes no tienen que ser siempre justos y ecuánimes. En el fondo, era jugar con el personaje, es tan potente que me lo permitía casi todo, podías hacer cualquier cosa con él.

-¿Temía la opinión de los carvalhianos?

-No era miedo. Pero era consciente de que, al ser un personaje de un autor que ya no está, aunque hiciera un gran libro no les gustaría. Es un libro con Carvalho, no un libro de Vázquez Montalbán. Es como si eres director de cine y te ofrecen hacer Indiana Jones. Tenía en mente a Batman y Christopher Nolan y el cómic: cambian guionistas y dibujantes pero el ADN del personaje no cambia.

-¿Esta es la Barcelona de Zanón?

-Sigue sintiéndose cómodo en su despacho de la Rambla y en su casa de Vallvidrera. Pero el resto de sus lugares es distinto. Es una Barcelona diferente. Su mirada no es nostálgica, no es la Barcelona de cuando yo era joven, que ya no existe, sino que es una Barcelona que está viva, que tiene futuro y un presente. Igual no nos gusta porque nos hacemos viejos, pero no porque sea peor.

-Es una ciudad de desahucios, alquileres altos, narcopisos, turistas, carriles bici «hasta en el pasillo de casa»... y la de las banderas «idiotas en los balcones y las solapas».

-Si querías saber cómo fue la transición solo tenías que leer los carvalhos. Vázquez Montalbán tenía una mirada periodística brutal para interpretar la realidad. Y hacer un Carvalho sin mirar alrededor en una época tan complicada como esta era absurdo.

-¿Y cómo ve él ‘procés’?

-Carvalho decía que no tenía compatriotas, así que no podía ser un patriota, debía ser un escéptico que se pone al lado de los débiles aunque los critique luego. Su mirada es la de una persona de izquierdas que ve que es una partida entre dos derechas y que perderán los de siempre. Y no se casa con nadie, siempre da collejas a los dos bandos. Es comunista y critica a los otros, pero también a los suyos. Por eso intenté que diferentes personajes dieran distintos puntos de vista de la sociedad catalana. Biscúter dice que votará en el referéndum. Recuerdo esos días: nadie sabía qué estaba pasando ni qué pasaría al día siguiente, era muy desconcertante. Incluso con amigos y con la familia callabas porque temías hacer daño.

-Carvalho llega a decir que espera que todo reviente de una vez. ¿Qué habría pensado Vázquez Montalbán?

-No quise preguntármelo porque no podía ponerme en su cabeza.

-Al recibir el encargo, primero dijo «no».

-Respondí con la cabeza. Pensé que sería complicarme la vida. Pero, en realidad, como soy muy intuitivo, con el corazón había dicho «sí». A la semana acepté. Si juegas a fútbol y te llama el Barça no puedes dejar de aprovechar la oportunidad.

-¿Habrá un segundo Carvalho zanoniano?

-El acuerdo es para un libro. Me lo he pasado bien y no descarto que en el futuro pueda haber un segundo volumen. Pero mi próximo libro no será un Carvalho.