Si hay un músico conocido en Córdoba, ese es Fernando Vacas. Sus innovadoras iniciativas nunca han dejado de sorprender desde su explosión alternativa en los años noventa. Contagiaba entusiasmo con Flow, una banda con la que la ciudad empezó a familiarizarse con el indie, para pasar después a producir a Prin Lalá, un grupo casi infantil que él mismo califica como de «ciencia ficción». Más tarde, y a través del flamenco, consiguió unir Estados Unidos y Andalucía con Howe Gelb & The Band Of Gypsies, que llegaron a colaborar con Raimundo Amador. De niño quiso ser guitarrista, pero era zurdo, lo que lo alejó de un arte al que volvió para hacer nada menos que una ópera flamenca, A través de la luz, un proyecto donde se unen nombres como Remedios Amaya, El Niño de Elche, Jorge Pardo, Rosalía y Sonic Youth. El último capítulo de esta fructífera trayectoria tiene que ver con el cine, un arte que nunca había tocado, aunque su música «tiene mucho de cinematográfica». Y con este proyecto, la banda sonora de la película Tu hijo, dirigida por Miguel Ángel Vivas y protagonizada por José Coronado, aspira a un premio Asecan después de haber rozado las nominaciones a los Goya.

-No hubo suerte con las nominaciones a los Goya, pero sí opta a un premio Asecan por la banda sonora de ‘Tu hijo’. ¿Qué significaría este premio para usted?

-Estar nominado ya dice algo, sobre todo, porque en este sector soy nuevo. Llevo mi carrera de una manera muy personal y veo la música como un abanico donde caben muchos tipos y muchas maneras de hacerla. Para mí, es lo mismo hacer una banda sonora que un disco, una canción o un concierto. Lo vivo de la misma manera, tiene el mismo trasfondo espiritual, y eso es lo que me interesa de la música.

-¿Qué le parecen sus competidores?

-Pablo Cervantes es un clásico, lo mismo te hace una película que una serie, es un gran profesional. A los demás no los sigo tanto, pero creo que hay mucha calidad.

-¿En qué se inspiró para poner música a una historia tan compleja como esta?

-En la cabeza de Jaime, el protagonista, que encarna José Coronado, una persona que, aparentemente, vive en esta sociedad, pero está apartado de ella. El mensaje que lanza la película, y yo con la música, es que estamos totalmente conectados, pero, a la vez, cada vez más desconectados de la realidad.

-¿Le gustaría seguir ahondando en las bandas sonoras?

-Sí, para mí es como una alberca familiar en la que me he bañado siempre y en la que nunca me han retratado. Desde pequeño, he escuchado muchas bandas sonoras en casa de mis padres y soy un enfermo de la música. Tengo cientos de vinilos de bandas sonoras. Es un mundo precioso, alucinante. Mi música siempre ha tenido mucho de cinematográfica. Ahí tienes a Prin Lalá, que es como ciencia ficción, como la Guerra de las Galaxias flamenca.

-Hablando de arte jondo, ¿cómo va el rodaje de su ópera flamenca ‘A través de la luz’? ¿Terminará de darle retoques?

-El disco salió el año pasado y ahora estamos en conversaciones con un representante a nivel internacional para ver si podemos sacarla fuera. Nos han hecho unas cuantas ofertas para hacerla en directo pero, de momento, estoy centrado en que el proyecto salga como se concibió, como una ópera flamenca. Y aparte, siempre he estado muy obsesionado con la electrónica, con la música de trance, y el flamenco. Y este año quiero sacar A través de la luz en clave electrónica.

-¿Cómo ha conseguido que se entiendan gitanos y norteamericanos en un proyecto así?

-Yo vivo en Córdoba, pero mi alma no tiene religión y tiene todas las religiones a la vez. Y, a veces, una guitarra une más que un cristo, un sombrero hebreo o un bastón gitano. La música es universal, une a las personas y hace que los corazones vibren y se sientan mejor. Debe ser un elemento conciliador en estos tiempos tan revueltos.

-¿Cómo llega el flamenco a su vida después de ser el músico más ‘indie’ de la ciudad?

-Yo le di la espalda al flamenco cuando era pequeño porque era zurdo. Mi familia es muy del flamenco, del Campo de la Verdad, y este arte ha sido una constante en mi vida. A mí me gustaba mucho, pero la Semana Santa y los toros no me hacían tanta ilusión. De todas formas, los zurdos en el flamenco no tienen mucho futuro y dijeron que no servía. Me alejé o me alejaron, y empecé con otro tipo de músicas.

-Y llegó al pop rock anglosajón cuando apenas era un adolescente.

-Efectivamente. Con 12 o 13 años ya estaba en Tarik y la Fábrica de Colores, y todas esas cosas que me parecían alucinantes. Y después llega un americano, Howe Gelb, interesado por el flamenco. Y otra vez, sin querer queriendo, me metí en ello. Después entró Raimundo Amador, Remedios Amaya... Para mí no es un lenguaje raro ni difícil porque el flamenco lo llevo dentro.

-Seguramente por eso su producción estrella ha sido ‘Rompiendo el silencio’, el último trabajo de Remedios Amaya, que fue nominado a un Grammy Latino.

-Sí. Producir a Remedios Amaya no es cualquier cosa. Además, se grabó en la iglesia de la Magdalena. La verdad es que para mí supuso un reto y un regalo. Todos salimos muy contentos, sobre todo porque no es un flamenco al uso, sino de nuevas miras, y eso es interesante porque hay que renovarse.

-Uno de sus próximos proyectos es un disco de piano y voz. ¿Volverá a cantar?

-Sí, si me dejan. Llevo un año y medio con el disco compuesto, pero necesito la calma suficiente como para sentarme y grabarlo.

-¿Por quién se deja aconsejar?

-Por la gente más cercana, los amigos que tengo desde pequeño, por gurús de la música como Ricardo Pachón, gente que entiende y me quiere.

-¿Ha perdido el entusiasmo con los años?

-Cuando estás empezando, vives tu realidad, que quizá sea una irrealidad. Con el tiempo, vas descubriendo el mundo en el que te encuentras y te das cuenta de que no es como lo habías pensado. Pero cuando cobras conciencia del mundo en el que vives y sigues siendo tú, que no te han quitado las ganas ni te han hecho peor persona, te reafirmas. Por suerte, ahora, con cuarenta y pico años, puedo hacer las cosas que tenía de pequeño en la cabeza. Estoy en una época muy bonita.

-¿La música puede paliar la cruda realidad?

-Estoy seguro. Yo recomendaría menos trankimazin y más Séneca y discos buenos. Música y filosofía son los grandes medicamentos de la sociedad inteligente. Yo le pediría a los políticos, en este caso de Córdoba, que se centraran en la música y en los artistas cordobeses porque tienen mucho que decir. La ciudad la podemos decorar nosotros perfectamente. Que tengan miras y confíen en la gente joven.

-Sorprende que se haya quedado en Córdoba. ¿No cree que su trayectoria hubiera sido diferente si se hubiera instalado en una gran ciudad?

-Yo creo que la culpa la tiene San Rafael. Tengo una vinculación especial con él y algunas veces me lo he encontrado por las calles de Córdoba y me ha dicho: ‘Fernandito, todavía no, espera’. Siempre me he dejado llevar por esa intuición y esa relación que tengo con él. Aunque hace dos semanas me encontré en una estancia una pequeña medalla que me dijo: ‘Estás preparado, quédate por Córdoba espiritualmente, pero lo mismo tienes que hacer las maletas’. Ahí me quedo. Ya veremos. Me han llamado para irme a muchos sitios, pero si no veo el momento, paro. La ciudad puede ser hostil, pero nunca he estado desesperado.

-¿Me cuenta esto en serio?

-Sí. Las presencias existen y tienes que tener esa habilidad y sensibilidad para darte cuenta de que están. El mundo y el universo nos mandan mensajes, pero como estamos todo el día contestando whatsapp no tenemos tiempo de enterarnos.