Ante el asalto de la música urbana al canon pop, el músico Pablo Alborán, que ha incorporado ritmos latinos en su cuarto disco, Prometo, toma como ejemplo a su amiga Rosalía para discrepar del debate en torno a los géneros antiguos y modernos y situar el punto de tensión en la cabeza del creador.

«Las ideas frescas no vienen de un estilo en concreto, sino de crear música desde donde te apetezca, con las raíces que te dé la gana, y de volverte loco en un estudio. Es lo que ha hecho Rosalía, que nos ha dado una lección a todos», explica el cantante y compositor malagueño, que ha reeditado Prometo en un formato de doble CD, con tomas acústicas y duetos, más un DVD con su último concierto en Sevilla.

Entre las novedades, el encuentro con el grupo colombiano Piso 21 en La llave. «Me apetecía jugar en el terreno urbano sin desvirtuarme ni dejar de ser yo», explica por vía telefónica Alborán, que se confiesa admirador desde siempre de muchas formas de música latina, «desde Juan Luis Guerra hasta los brasileños».

Abriendo puertas

En Prometo, cuya versión original salió hace un año, contó con Julio Reyes, un productor experimentado (Marc Anthony, Ricky Martin, Jennifer López) que le ayudó a «abrir un poco las puertas» de su mundo creativo. «Pero desde la calma, sin pensar siquiera en el estilo», remarca. «Simplemente sentándome al piano y haciendo canciones».

Otros duetos incluidos en la nueva edición apuntan a Alejandro Sanz, referente en «fusionar y ser libre para hacer lo que te apetezca», y a la portuguesa Carminho, una cantante que, en cambio, representa cierta ortodoxia fadista. «Muy respetable, y con esa voz y esa manera de entender la música, puede hacer lo que quiera», opina. Por su parte, las nuevas versiones acústicas de canciones como Tu refugio o esa «ida de pinza» llamada Boca de hule pueden parecer un regreso al Alborán bautismal, de voz y guitarra, que difundía sus canciones en YouTube sentado en su sofá blanco. Ahora parece más consciente de los riesgos de la desnudez. «Cuando menos elementos hay es más difícil todo. Y el silencio, si no vas a mejorarlo, déjalo como está». Alborán no quiere tener presentes las trincheras de filias y fobias que genera un entorno polémico como el del reguetón. «Cuando comencé, hace nueve años, me pasaba lo mismo con las baladas», apunta. «De repente, la gente te encasilla y crea una controversia».

Artistas como J. Balvin están dando a entender actualmente que otro reguetón es posible más allá de ciertos clichés sexistas. «Me da pena que se asocie un estilo al machismo. Hay canciones de reguetón que no denigran a nadie y que todos hemos bailado», señala el músico malagueño.

Pero con sus últimos giros sonoros han ido quedando fuera de sus conciertos canciones de corte emotivo, de etapas anteriores, como El beso o Seré. «Mi padre se enfada un poco con eso; ¡son canciones que le gustan!», confiesa. Pero su repertorio sigue expandiéndose. ¿En qué dirección? «No lo sé, y no saberlo me hace sentir muy libre», subraya. Atención a las últimas composiciones que le han salido. «Son un poco extrañas. Ni baladas ni latinas: están en un no lugar», asegura.