Melendi puso ayer por la noche banda sonora a un sábado de septiembre tan fresco como su gira, en una parada de Quítate las gafas, que es también el título de la canción que da nombre a su último trabajo. Eran muchos los cordobeses que se agolpaban impacientes a las puertas del recinto, a la espera de ver al ídolo asturiano.

Sobre las diez de la noche empezaban a sonar los primeros acordes con Hijos del mal y durante dos horas tocó cerca de una treintena de temas que el público no paró de cantar a coro y aplaudir. El escenario contaba con doce pantallas, colocadas a diferentes alturas y profundidad, añadiendo espectáculo a la actuación. Justo delante de todas estas pantallas, en la parte superior, unas gafas de grandes dimensiones coronaban el suelo sobre el que Melendi creó magia y consiguió meterse en el bolsillo a todas las personas que acudieron a verle.

Hubo de todo, temas de su último trabajo y canciones que cuentan con algunos años, pero que todavía son una seña de este artista que cada vez se muestra más profundo en sus letras. Sonidos de auténtico estilo pop-rock español, junto con algunas notas que recuerdan a las canciones latinas, baladas románticas y algo de rumba, levantaron a los asistentes durante todo el concierto.

Ritmos que invitaban a bailar, como los de Flores de Agua y Plomo y letras que invitaban a la reflexión como «no me gusta la gente que no mira a los ojos, que se esconde en las redes para criticar. No me gusta la gente que se da por vencida y se dice a sí misma es tarde para cambiar» de la canción Flores de Agua y Plomo. Llamadas a la esperanza, al amor propio y al amor hacia los demás de parte de Existen los Ángeles. El asturiano quiso dedicar al público de Córdoba el tema Ceniza en la eternidad, que fue muy aplaudido.

Más alejado del nuevo Melendi, apareció en la pista una anterior versión, el de las rastas y la rumba, que el público también demandaba, deseoso de escuchar los temas que hace quince años el artista empezaba a cantar. El que se puede considerar el himno de Melendi, Caminando por la Vida, resonó con fuerza en toda la plaza de toros, también lo hizo Calle de la Pantomima. Temas más cercanos a la actualidad como Tocado y Hundido, que habla del amor truncado, del amor en el que hay que confiar aunque a veces nos haga daño o Lágrimas desordenadas, que consigue remover el alma con su verso «he dejao que dormía entre tus piernas y he dejao el sueño patas arriba».

En conjunto se pudo ver a un Melendi renovado, algo más serio, pero que aún conserva la esencia con la que empezó a componer y a actuar. Los seguidores tampoco le fallan y siguen fieles concierto tras concierto. Conforme se iba acercando el desenlace, la cita entre los fans y el cantante cobraba más intensidad. A ninguna persona del público le apetecía que llegara la despedida y pedían a gritos «otra, otra, otra...». Cerca de las 00:00 horas las luces del escenario se atenuaban y el artista se despedía dando las gracias por la acogida.