La escritora madrileña Marta Sanz, reciente ganadora del Premio Herralde de Novela y finalista del Nadal en el año 2006, presentó ayer en Córdoba su último trabajo literario, Eramos Mujeres Jóvenes, una educación sentimental de la Transición Española. El acto tuvo lugar en el Teatro Cómico y fue presentado por la poeta cordobesa Juana Castro.

En esta nueva publicación, editada por la Fundación José Manuel Lara, la novelista, poeta y también ensayista aborda en una obra muy singular un asunto tan controvertido siempre como la sexualidad femenina, pero específicamente la de las mujeres nacidas en la década de los cincuenta y principios de los sesenta del pasado ciclo y cuya adolescencia y juventud coincidió con el final de la dictadura y el principio de la Transición. El trabajo ha sido calificado por la autora como un

«híbrido», en cuanto a género literario se refiere. «Es un híbrido porque mezcla la experiencia de distintas personas con la narración autobiográfica, con los elementos estadísticos y también con el reportaje, porque se recogen datos sobre la sexualidad en las mujeres durante los años setenta, ochenta y noventa y, al mismo tiempo eso se complementa con una serie de entrevistas que yo hago a mujeres nacidas entre finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta». Sanz ha considerado necesario completar «mi perspectiva personal y subjetiva con los aportes y las miradas de otras mujeres que pudieran aportar otros puntos de vista».

VARIAS CAPAS CULTURALES// Esas mujeres de las que habla, que son las protagonistas testimoniales de la obra, fueron las que vivieron al mismo tiempo su llegada a la etapa personal del descubrimiento sexual con la eclosión de las libertades, sin embargo, explica Marta Sanz, «las mujeres de este periodo tenemos dentro de nosotras como una superposición de capas, culturales, todas ellas nos afectan y condicionan de alguna manera nuestro comportamiento». Así, considera que «por una parte, no hemos superado las enseñanzas más rancias de la moral nacional católica, el sentimiento de culpa, de pecado, del miedo a la sexualidad»; y por otro, tenemos «el gusanillo romántico que proyecta la idea del amor vampírico, posesivo, arrebatado y medio loco». Por último, «tenemos también otra formación más propia de la democracia, más ideal, de las que aprendimos con el Libro rojo del cole».

NEOLIBERARISMO SEXUAL// Y, frente a todo ello, se presenta ahora una especie «de expresión del neoliberalismo, que convierte a las mujeres en un objeto sexual hiperactivo, que, prácticamente, obliga a ser una consumidora permanente para estar a la altura de la situación en la cama y ser complaciente». A su juicio, las mujeres actuales «vivimos todas esas contradicciones y la propuesta más valiosa que puede tener este libro es la de no intentar sentar cátedra ni intentar decir a nadie cómo debe vivir su sexualidad o dar una solución entre todas las contradicciones, sino, sencillamente, ver cuáles son las razones que condicionan sus deseos». Para sustentar esta idea recurre Sanz a las palabras del filósofo Espinosa que aseguraba que «ser libre no consiste tanto en cumplir unos deseos como en saber de dónde provienen todos estos deseos». Eramos mujeres jóvenes..., en palabras de su autora, lo que propone es «un ejercicio de introspección para que cada mujer encuentre las respuestas a sus preguntas y se quite del zapato la china que le duele».

LAS VERDADERAS LUCHADORAS// En cuanto a la realidad actual, asegura la educación represiva recibida por las que hoy son madres y abuelas procede de una sociedad patriarcal con conductas represivas, conductas, asegura, que se reverdecen y agudizan en épocas de crisis, de ahí que ahora se hayan recuperado, dice, «los comportamientos más rancios en todos los aspectos. Somos más intolerantes en todo lo que se refiere a racismo y xenofobia y también a la situación de las mujeres. Por eso no se puede hablar de una línea de progresos sostenida, porque yo tengo la sensación de que la generación de mi madre, que nacieron en el 40 y el 50, fueron tremendamente luchadoras y las que consiguieron los derechos igualitarios, políticos y sociales para las mujeres y luego, las mujeres de mi generación nos relajamos un poco más y ahí nos dimos cuenta de que todavía no estaba todo conseguido ni en lo público ni en lo privado. Ahí está la violencia de género, la sobrexplotación en el hogar y la brecha salarial, la desigualdad y montones de cosas». Sanz señala que las jóvenes viven con «esas contradicciones, de muchos estímulos pero que chocan con posiciones muy conservadoras y al mismo tiempo con esas nuevas formas de feminismo que están atentas a las cosas que están sucediendo».

PARA MUJERES Y HOMBRES// El público potencial de esta obra son todas las mujeres, «las de todas las generaciones porque cada una de ellas podrá encontrar algo con lo que identificarse». Pero además, también para los hombres porque «el horizonte feminista es algo que tenemos que conseguir entre todos, pero atendiendo a la idea de que feminismo no es lo contrario al machismo, porque el machismo es una lacra social, una enfermedad, y el feminismo es un discurso de corrección que lo que pretende es hacernos a todos iguales y no convertir las diferencias de las mujeres en desventajas. Y en ello, los hombres también tienen que arrimar el hombro».