El director Carlos Marques-Marcet regresó ayer al Festival de Málaga con Los días que vendrán, película en la que vuelve a centrarse en la pareja, ahora en el momento del embarazo, después de ganar en 2014 la Biznaga de Oro con 10.000 km, en la que abordaba una relación a distancia. Ha sido un rodaje «atípico», marcado por el embarazo real de la actriz protagonista, María Rodríguez Soto, y Marques-Marcet tiene «la sensación de que es una película que se ha hecho a sí misma», informa Efe.

«Hemos bebido de un método documental, aunque es una película de ficción, y hemos seguido la película mientras se formaba el bebé dentro de María», explicó el director barcelonés, que compite en la sección oficial de Málaga. Casi todo el guion se ha escrito a partir de improvisaciones de los dos protagonistas y se ha roto el orden habitual de escribir, rodar y montar, porque «se han ido mezclando» las tres fases.

En total, ha sido un proceso de un año y medio, con cincuenta días de rodaje y «muchos meses montando», que Marques-Marcet ha vivido «como un placer, aunque siempre hay algo de angustia».

«Estuve a punto de paralizar el rodaje, pero estaba todo ya preparado y vi que tenía que rodar. Ese es el truco para hacer películas, liar a mucha gente y ver que no te puedes echar atrás», bromeó.

La película habla también sobre «cómo nos relacionamos a nivel afectivo y cómo eso está influenciado por el contexto social y económico», además de tratar de los problemas de género. «Es muy difícil no dejarse arrastrar por estructuras que creíamos superadas, y los protagonistas acaban siendo esclavos de lo que intentaban huir».

UN VÍDEO DOMÉSTICO // Cuando ya tenía muy avanzada la película, supo que existía un vídeo doméstico real grabado hace veintinueve años durante el parto de la actriz protagonista, que ha sido incluido en la cinta. «Tener ese vídeo fue el punto de inflexión, porque estructuró el concepto de la película»,resaltó Marques-Marcet, que añadió que «era demasiado bueno el material para no utilizarlo». Por su parte, María Rodríguez Soto optó por ponerse «en las manos» del director en este proyecto, cuando al inicio solo sabía que estaba embarazada y «que el tiempo corría».