La capacidad de creación de los integrantes del grupo Cántico, referencia de la cultura en la posguerra española, no estuvo vinculada a las calificaciones en sus estudios, según el académico y catedrático jubilado, José María De la Torre García, que ha estudiado sus expedientes escolares.

De la Torre ha tenido acceso a todos los expedientes, excepto al de Miguel del Moral, que no estudió Bachiller porque hizo Artes y Oficios, que se encuentran en el IES Séneca, en Córdoba, donde ejerció la docencia entre 1990 y 2008, cuando se jubiló como catedrático de Lengua y Literatura.

"Por estos conocimientos creo más en la inspiración, no comprendo cómo unas personas que están limitadas en su concepción cultural, en su formación, tienen esa poesía tan excelentes", afirma en una entrevista con Efe.

Los paradigmas de "malos estudiantes y excelentes creadores" son, a su juicio, los casos de Ginés Liébana y Pablo García Baena, a cuyos expedientes en el Instituto Provincial califica como de "muy deficiente". Incluso, ambos "no terminaron el Bachiller".

El primero, explica, "abandonó los estudios en el segundo curso, los reanudó en 1935, cuando murió el padre fue interno en el orfelinato, hace tercero, cuatro y quinto interno, pero a través del Colegio Cultura Española, aunque se tenía que examinar en el Instituto, pero abandona los estudios definitivamente en quinto". Entonces, el Bachillerato constaba de siete cursos más el examen de grado.

Pablo García Baena estudia hasta sexto, que lo suspende en su totalidad, tras lo que pasa a Artes y Oficios.

José María De la Torre destaca el caso de García Baena, "que sin una formación intelectual, tiene una poesía de primer orden" y que "quizás en algunas ocasiones sobresale respecto a la de Ricardo Molina", al que considera el más sobresaliente poeta del grupo.

De hecho, vaticina que Cántico, cuya revista tuvo dos períodos, 1947-1949 y 1954-1957, "llegará a reducirse a Ricardo Molina y a Pablo García Baena, los dos que podrán sobrevivir al paso del tiempo".

La respuesta de la manera de cómo pudo llegar García Baena a estar a la altura de Ricardo Molina, cuando el primero no acabó Bachillerato y el segundo tuvo el mejor expediente de todos los integrantes del grupo es, para De la Torre, clara: a través de la experiencia vital.

El catedrático y académico correspondiente de la Real Academia de Córdoba cree que debía "tener algo en el interior y leería después, pasada la adolescencia y la juventud, bastante, sobre todo a Juan Ramón Jiménez y a Góngora", ya que "sino, no se entendería su poesía".

En su opinión, "aunque críticos formalistas y estructuralistas están prendados de esas teorías que la vida del poeta o del escritor no deben confundirse con la obra, yo sí soy partidario de que haya una simbiosis entre las dos facetas, porque una sin otra no se entiende".

Por ello, "sin una vivencia, no puedes llevar a cabo en un poema", debido a que "el texto sólo, fríamente, sin una entidad, sin una experiencia vital, el poema no nace".

Esto, a su juicio, se ve en 'Oda a Gregorio Prieto', escrita por García Baena en 1947, que no hubiera sido posible "sin la experiencia de su vida, su relación con el profesorado y con algunas asignaturas que se le daban muy mal, como la física, las matemáticas o el francés".

Pero, de igual modo, esa realidad también se da en la antítesis académica de García Baena, Ricardo Molina, sobre quien José María De la Torre comenzó a estudiar para su tesis doctoral en 1983 y aún sigue escrutando diez años después de su jubilación.

"En la Elegía X de Ricardo Molina (Elegías de Sandua, 1948) pienso que sin su experiencia vital del Instituto Provincial de Córdoba, no lo habría creado", asevera.

Su conclusión es que "Cántico es experiencia vital, trasladar una vivencia a una estética, sin esos dos polos no se entiende Cántico".

De la Torre interviene el próximo miércoles en el homenaje literario que la Real Academia de Córdoba tributará a Cántico, que estableció un vínculo con la Generación del 27 tras la Guerra Civil, con motivo del aniversario del fallecimiento de Pablo García Baena, del que el pasado martes se cumplieron dos años.

En ese foro explicará que entre el expediente excelente de Ricardo Molina y los muy deficientes de Ginés Liébana y García Baena está el brillante de Juan Bernier y el notable tirando a sobresaliente de Julio Aumente o cómo Mario López empezó a estudiar Bachillerato en Madrid, continuó como libre en Córdoba y lo terminó en el Jaume Vicent Vives cuando estaba en el frente de Gerona durante la Guerra Civil.