Hay un evidente heroísmo en la actitud del protagonista de A Hidden Life, de Terrence Malick, el de plantarse ante los nazis y decir «no», algo «cada vez más raro en el mundo de hoy, en el que todos montamos en el mismo tren» sin cuestionarnos si es el correcto. La película, en la competición oficial de Cannes, cuenta una historia real situada en plena Segunda Guerra Mundial, pero podría ser sobre la sociedad actual, en la que no nos atrevemos a hablar cuando vemos algo que está mal, como ocurre ahora en Europa, afirmó el actor protagonista, el alemán August Diehl. «Nuestro problema ahora es que decimos ‘no podemos hacer nada’ (...) Ante todas las catástrofes que vivimos, los ataques el terrorismo, decimos que es nuestro mundo y que no podemos hacer nada, pero no es así», señaló Diehl.

Como hizo el austríaco Franz Jägerstätter, que sintió que era equivocado luchar con los nazis, ahora es «el momento de levantarse para luchar contra la oleada de la extrema derecha en Europa, que va a en una muy mala dirección». Por eso consideró que es «muy importante» votar en las elecciones europeas del próximo domingo, aunque también resaltó que es algo «muy personal y privado», como le pasó a Jägerstätter.

«Él nunca pensó que tenía que cambiar el mundo», fue algo más personal y privado, lo hizo «sin juzgar a los otros». Esa es la lección que da la conmovedora película de Malick, que la gente tienen en su interior más bien que mal, y hay que dejarlo salir. No tiene que ser algo político, sino una actitud personal. «Puede que la película logre cambiar algo», dijo Diehl, que se preguntó: «¿Cómo puede ser que todo el mundo se suba en un tren que va en la dirección equivocada?». Es lo que plantea Malick con una preciosista y dura historia, la de Jägerstätter.