Lleno en el Gran Teatro de Córdoba para disfrutar con la puesta en escena de Señora de rojo sobre fondo gris. En principio, es una garantía encontrar juntos en un espectáculo a un magnífico escritor como es Miguel Delibes: a un excelente director, José Sámano, y a un actor de la enorme talla que es José Sacristán, que, además, firman la adaptación teatral junto a la joven Inés Camiña.

La puesta en escena comienza con Sacristán sobre el proscenio, entre dos sorbos de alcohol, diciendo «el recurso de beber es un viejo truco…».

En la novela, Delibes rinde homenaje a una persona, a su esposa, Ángeles de Castro, fallecida en 1974 a causa de un tumor cerebral. En esta elegía teatral, Nicolás, el protagonista, explica a su hija, que se encuentra en prisión por actividades políticas, la fuerte personalidad de su madre, así como el cruel avance de la enfermedad en ese proceso que terminará con su muerte. Señora de rojo sobre fondo gris es una pieza bellísima en la que Sacristán vuelca toda su sabiduría escénica en un monólogo extraordinariamente dirigido por José Sámano. Ambos dosifican con maestría los perfectos y sugerentes silencios de este discurso lleno de emoción e intensidad. Sacristán modela toda esta carga de sensibilidad utilizando la voz con todos los registros necesarios en este texto desgarrado pero sin estridencias, moviéndose sobre el escenario con mimo, deslizándose como si lo sobrevolara. Esto, junto a las manos que realmente hablan, transmite al público la sensación de una profunda lección de humanismo, del puro sentimiento que contiene esta obra llena de verdad.

La ajustada escenografía que representa el estudio del pintor, desde donde le hace a su hija todo el relato del retrato íntimo de su dolor, utiliza solo elementos imprescindibles para la narración: un diván, dos sillas desde las que enfrentarse a sí mismo, una estantería con recuerdos y, presidiendo la escena, el cuadro inconcluso que jamás pudo retomar para ponerle firma. Una iluminación muy lograda lo envuelve todo, creando una adecuada atmósfera íntima que matiza cada uno de los recuerdos de Nicolás.

Espléndida actuación de José Sacristán en una excelente dirección de Sámano que hacen de esta Señora de rojo sobre fondo gris una obra para recordar, al igual que Delibes recordó eternamente a su esposa a través del cuadro que pintó Eduardo García Benito y que colgó siempre en su despacho como última declaración de amor.