Un meteorito de cinco toneladas hallado 1784; el esqueleto de Luzia, la mujer más añosa de Sudamérica, o los restos del primer dinosaurio montado en Brasil son algunas de las joyas del Museo Nacional de Río de Janeiro, reducido a cenizas. 20 millones de piezas formaban el acervo del museo, hoy convertido en una metáfora de la calamidad financiera que atraviesa Río de Janeiro, un Estado golpeado por numerosos escándalos de corrupción que han carcomido las cuentas públicas.

Con más de dos siglos de historia, el Museo Nacional guardaba en su interior un invaluable patrimonio, con colecciones que incluyen animales disecados, utensilios indígenas, momias y fósiles de diferentes periodos históricos. Luzia, el esqueleto más antiguo encontrado en Sudamérica, «murió», al menos de forma simbólica, según dijo la presidenta del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), Katia Bogea.

«No tendremos más a Luzia. Luzia murió en el incendió», afirmó Bogea, mientras se espera el recuento oficial sobre las pérdidas ocasionadas por el fuego. Con cerca de 12.000 años de antigüedad, el fósil humano fue hallado en el Estado de Minas Gerais en 1974 y corresponde a una mujer que falleció entre los 20 y los 25 años de edad. El cráneo de Luzia y la reconstrucción de su cara eran exhibidas hasta ayer en el Museo Nacional de Río de Janeiro como uno de los mayores tesoros arqueológicos del país. Lo que sí que sobrevivió al fuego fue el meteorito Bendegó, el mayor encontrado en el país, que, a diferencia de otras piezas, es resistente a altas temperaturas. Con 5,6 toneladas de peso, la piedra fue hallada en 1784 en el estado de Bahía (nordeste) y fue trasladada al Museo Nacional de Río de Janeiro en 1888.