Córdoba es lugar de silencios elocuentes en la que el platero se reserva un revelador último momento para que el resultado de la pieza sea único e irrepetible. Y en el entretanto ese silencio queda roto por la magía del rasgueo de Luis Medina, heredero también de esa elocuencia del músico del alba venido de Oriente, Ziryab, que irradiaría por siempre a otras latitudes. Hay en Luis querencia palpable desde temprano, mostrada con la impaciencia del que pretende acercarse pronto a la meta deseada desde la constancia de que la formación y el mucho afán contribuirán a ello. Hay voluntad de aprender, mezclarse con las gentes flamencas con el toque de singularidad desde atrás, en el fecundo diálogo con la voz o en la absoluta soledad rota a veces con un aprobatorio batir de palmas que estimula a seguir adelante y en la dirección intuida.

Antonio ‘el del Lunar’ hubo de enseñar de una manera fecunda entre otros a su hijo, Juan Serrano, así como a Fernando Ortiz y Tomate. Este último condujo sabiamente a guitarristas de diversas generaciones, y Luis Medina fue uno de ellos; es muestra de ese último toque inefable que nos configura a nuestra ciudad como nebulosa, donde es posible que emerja Luis. Lo traemos aquí para que nos explique el porqué de esa atracción primera por el mundo de la guitarra.

-¿Hubo un impulso inicial que te llevara al mundo de la guitarra?

-Inicialmente no, ya que mi primera toma de contacto con la guitarra fue de niño y con esos años lo que uno quiere es jugar y hacer el trasto. Fue a partir de los 11 años más o menos en que ya empecé a adentrarme en el mundo del cante (porque a mi es lo que realmente me gusta) escuchando a Camarón y de ahí poquito a poco iba tirando para atrás con las cintas que tenía mi abuelo de Porrinas, Chocolate, Caracol, Gordito de Triana, etc. Ese fue el impulso inicial para que a mi me gustara este arte. Y la mecha prendida fue cuando con 15 años vi un documental de Paco de Lucía, que fue lo que más me marcó y lo que me hizo saber que yo lo que quería es ser artista y vivir de esto.

-Vemos por tu trayectoria que tras el primer impulso con maestros de la guitarra de probada categoría completaste tu formación de una manera reglada. ¿Lo creías necesario?

-Realmente cursé el Conservatorio porque en mi casa siempre se ha inculcado mucho el tema de los estudios y como yo no quería estudiar otra cosa sino dedicarme por entero al arte, pues lo más académico que podía hacer era sacarme la licenciatura de guitarra flamenca, y así lo hice. A mi me ha aportado mucho el haber estudiado allí y he tenido la suerte de aprender de grandes guitarristas y de otros compañeros, además de conocimientos musicales que me han servido para mi desarrollo como músico.

Diciendo esto, tengo que rematar la respuesta diciendo que el Conservatorio es un complemento bastante aconsejable para el desarrollo musical, pero el lenguaje del flamenco no se puede aprender de esa manera.

Mi maestro ha sido Juan Muñoz ‘El Tomate’. Él es el que me ha enseñado a tocar, a comportarme, a vestirme, a saber estar, a acompañar, a respetar el arte, y a todo lo demás. Un Maestro. Y luego estuvo El Toto, de quién yo realmente aprendí a acompañar de esas largas noches de cante metidos en la cuevecita de la peña de Julio Romero hasta que cantaban los gorriones.

-Tu trayectoria artística ha sido reconocida con diversos premios de proyección. Y la Venta de Vargas es un lugar simbólico en el que hemos coincidido alguna vez. ¿Qué significado tiene este lugar de la Isla de León en la forma de concebir tu arte?

-Mi ídolo siempre ha sido Camarón y más tarde Paco de Lucía, pero yo he llorado más veces escuchando un quiebro del de la Isla. Será porque siento el cante como un medio más puro, más sincero. Los guitarristas tenemos que estudiar demasiado, utilizar un instrumento para sacar lo que hay dentro, en el cante no hay intermediarios, simplemente sale por la boca y te parte. Por eso en mi disco, menos un tema todo lleva cante, y no de relleno sino para saborearlo, porque a mi lo que realmente me gusta es eso.

-Los artistas que te acompañan en el disco han alcanzado altas cotas de reconocimiento en competencias como La Unión, el Nacional o Jóvenes Flamencos, desde el cante al piano, el bajo, la flauta, la percusión, el acompañamiento o el baile. ¿Cómo lo has conseguido?

-La justificación en tu Introducción participa de la idea del río que aparece ya en la filosofía griega bajo el prisma de que todo fluye nada permanece junto a la nota de conciliación entre «nuestra ciudad de siempre» de plateros y Plaza Grande con el cosmopolitismo lorquiano y de Leonard Cohen.

-¿Está en la base del origen del título de la grabación ‘Movimiento’?

-Claro, la introducción del disco hace referencia al título. Todo está en movimiento, nosotros no somos igual que ayer ni los mismos que seremos mañana porque nos vamos forjando con las vivencias adquiridas. La música es la lengua del alma y por lo tanto siempre está fluyendo de manera distinta. Por eso aunque por fuera cambiemos más lentamente, lo que llevamos dentro está siempre en movimiento.