Quería presentar su poesía reunida a los cincuenta años. Le parecía una edad ideal para reflexionar y hacer balance sobre su obra. Y trabajaba en ello. Tenía el proyecto muy avanzado. Quería incluir sus cinco primeros poemarios. Y hasta preparaba el prólogo. Pero entonces se le detectó un cáncer. Acababa de cumplir cincuenta años. A pesar de todo siguió con la idea. Y con el prólogo. Trabajando. Pero el proyecto cambió: ahora debería recoger toda su obra. Lo cuenta emocionada su mujer, Rafi Valenzuela, que ayer presentó la obra en Madrid acompañada del poeta y presidente del Patronato de la Biblioteca Nacional, Luis Alberto de Cuenca; la directora de la Fundación Lara, Ana Gavín; y el editor de la obra, Ignacio Garmendia. Finalmente, el libro, titulado La lluvia en el desierto, incluye los seis poemarios publicados (Las cartas marcadas, 1995; No se trata de un juego, 1998; Horizonte o frontera, 2003; Refutación de la elegía, 2006; La vida nueva, 2008, y Duermevela, 2014), dos inéditos (La hora de la ira y Bailando con la muerte) y otros poemas rescatados o inéditos publicados entre 2005 y 2012. La obra, además del prólogo del propio autor escrito antes de morir, recoge un prólogo de Andrés Neuman y un epílogo de Vicente Luis Mora. El trabajo de ordenamiento y recopilación de los poemas inéditos lo ha llevado a cabo del poeta Federico Abad.

«Es el libro que él quería. Le hemos dado cuerpo a ese libro y ese sueño», asegura Rafi Valenzuela. De los inéditos, dice que «En la hora de la ira es un libro influido por la crisis», mientras que «Bailando con la muerte es un poemario en el que Eduardo dialoga con la muerte de una manera airada y radical, en la línea de entereza y dignidad que mantuvo hasta el último momento», un libro que a ella le duele mucho leer.

La idea de Eduardo García era que se publicara en Vandalia: «Le gustaba mucho esta editorial y cómo tratan los libros», indica Rafi. Habló con Ana Gavín y el proyecto echó a andar rápidamente. «Él acariciaba tanto ese sueño que yo pensaba que tendría el libro entre las manos, pero no llegamos a tiempo», se lamenta. Eso sí, con el libro ya editado, poco antes del primer aniversario de su fallecimiento, Rafi Valenzuela asegura decidida que «es el libro que Eduardo hubiera querido, sin duda alguna». «Es un libro absolutamente necesario, que destila verdad, podemos ver el compromiso firme de Eduardo con la escritura y con la vida, con este libro tenemos a Eduardo», continúa. Y para afirmarse, recoge una cita de Walt Whitman, aquella que utilizó para referirse a su obra Hojas de hierba: «Esto no es un libro; quien toca esto toca a un hombre». En cuanto al título, La lluvia en el desierto, dice que para Eduardo «la lluvia es aquello que limpia, vivifica y fertiliza», mientras que «el desierto es lo más parecido a un espacio de nadie, la muerte».

Luis Alberto de Cuenca destaca el «realismo visionario» de Eduardo García como su gran aportación a la poesía contemporánea y apunta que era «capaz de aunar la domesticidad cotidiana con unos vuelos literarios notables, aunar fondo y forma, lo que es muy difícil en poesía». De sus dos libros inéditos dice que «tienen tal fuerza y originalidad que no puede uno leerlos sin estremecerse». Y concreta aún más: «En Bailando con la muerte alcanza los niveles más dramáticos y geniales de su producción. Sus versos son irrepetibles».

Un libro, un poeta: Eduardo García.