Aquel niño prodigio "elegido por el Blues" tiene ya 55 años y tablas como para celebrar 50 en los escenarios. Una vez más, la tercera ya en Córdoba, Lucky Peterson recorrió anoche, esta vez en el Teatro de La Axerquía, los más clásicos cauces del blues al más puro y pintoresco estilo americano, no sin la valiosa ayuda de una nutrida y experimentada banda que dirige casi a golpe de pestaña.

De nuevo ante una entrada con demasiadas "calvas" en el patio de sillas y gradas, Peterson demostró una vez más que sigue siendo un "animal omnívoro" cuyo alimento sonoro predilecto es el blues, pero que sabe moverse, y cómo, por los cauces del funk o el soul.

Tras un alarde de fulgurante blues a modo de intro de la sólida y fiel banda con un descomunal Shawn Kellerman en la guitarra, apareció el vital maestro, enfundado en una camiseta con la cara de Prince y con voz castigada de puro temperamento, para sentarse en su Hammond B3 y mostrar todas sus muescas llenas de feeling. Peterson es toda una enciclopedia, mezcla de música y ardides, que ha recopilado desde los seis años, en que ya subía al escenario del célebre Governor’s Inn, club que regentaba su padre en su Buffalo natal y en el que fue amamantado por grandes figuras.

A partir de aquí comienza el show de Lucky Peterson. Intensidad desde el primer momento. El hombre-espectáculo supo darle al público lo que quería, o, al menos, a la gran mayoría de éste, que quiere divertirse. Y lo consiguió, tanto con el teclado como con la guitarra, con la que volvió a sorprender al respetable con su ya clásico paseo por el patio de sillas, para delirio de los más apasionados. Mientras, la banda se mantiene atenta al mínimo gesto o leve mirada del líder. Y llegaron los blues tipo Chicago y guiños a Hendrix, sin olvidar que antes tuvo lugar la intervención de otro de los bastones en los que se apoya ahora el norteamericano en directo, la cantante Tamara Tramell y su paréntesis soul, que dio colorido al concierto sin empastar con exceso en su totalidad.

Un blues calmado estabiliza emocionalmente la noche, sería solo un pequeño respiro, sus arreglos, climas y cortes dan fe de la clase, el grado de preparación y las tablas de todos ellos.

Blues, funk, R&B y boggie fueron las armas musicales esgrimidas para contentar a los asistentes, si bien, parece difícil superar aquel recuerdo de Lucky Peterson, a plena vitalidad, cortando a guitarrazos el tráfico de la avenida de La Ribera en su primera visita a Córdoba. Pero de esto hace ya unos lustros.