Enésima producción audiovisual sobre la figura de Pablo Escobar, el mayor narcotraficante colombiano que revolucionó el tráfico de drogas a nivel internacional. Todo un personaje, cuya peripecia ya ha sido retratada en tantas ocasiones que no entiendo a qué se aspira con estos relatos biográficos, acaso santificar a un psicópata?...

En fin, dejando al margen Narcos y demás series televisivas y películas, posiblemente lo que más haya atraído mi atención para seleccionar Loving Pablo como motivo de esta columna de hoy sea que quien la firma, Fernando León de Aranoa, me ha regalado muy buenos momentos con obras de su filmografía tan memorables como Familia (1996), Barrio (1998) o Los lunes al sol (2002), entre otras; sin embargo, no encuentro la huella de su mano en el resultado final de esta espectacular cinta, tan alejada de su estilo, donde una voz en off demasiado presente y redundante de la narradora (perteneciente al personaje que encarna Penélope Cruz, la periodista y estrella televisiva Virginia Vallejo que como amante accedió a toda la información posteriormente vertida en el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar en que se basa el filme) me repele, al igual que esa cámara nerviosa que no deja de moverse o el uso de ese idioma múltiple que rechina en la versión original.

No obstante, la cinta se deja ver pues está escrita, realizada e interpretada como para que el espectador no deje de estar interesado por lo que se cuenta y quede amarrado a la butaca durante su metraje en la sucesión de acontecimientos que fueron la vida de este personaje y que en absoluto no dan para el aburrimiento.

Y hablando del personaje, está interpretado por un Javier Bardem inmenso (en el peor sentido del calificativo) con una panza que no esconde en su excesiva caracterización, al igual que ese habla donde en la misma frase se mezcla inglés y español sin llegar a entenderse ninguno de los dos en ocasiones, en pos de la naturalidad supongo.