No es fácil etiquetar el sonido que Sergio de Lope (Priego, 1985) arranca a su flauta, aunque él tiene claro que lo catalogaría como música del mundo, ya que el flamenco que destilan sus composiciones es precisamente eso, una música del mundo «que no tiene dueño» y sobre la que «nadie tiene ningún derecho». Después de ganar, en el 2017, el premio El Filón de La Unión, su trayectoria camina firme y el próximo 8 de marzo tendrá la oportunidad de ofrecer su particular visión de este arte en el marco del Festival Flamenco de Nueva York, donde presentará su segundo disco, Ser de luz, un trabajo que saldrá al mercado entre junio y septiembre y con el que pretende transmitir emoción y energía. Tras esta cita, el 15 de mayo le espera el Teatro Real de Madrid, y también será el día en el que se conozca un adelanto del disco a través de las plataformas digitales.

-Actúa por primera vez en Nueva York, y dentro de su festival flamenco. ¿Cómo lo afronta?

-Con muchas ganas de aprovechar la oportunidad que se me brinda de mostrar mi trabajo personal y enseñar nuestro lenguaje en aquella tierra.

-¿Qué significa para usted llevar su particular flamenco a la ciudad de los rascacielos?

-No me he parado a pensarlo, y supongo que no lo haré hasta que esté subiendo al avión. Es como recoger los frutos que llevo sembrando tantos años, es increíble estar en ese festival, donde se dan cita grandes figuras de este arte. No sé si puede ser un punto de inflexión en mi carrera, pero tengo muchas ganas de vivirlo, sobre todo, con mis nuevos temas. Con A nigth in Utrera hemos hecho unos 70 conciertos en tres años y ahora hay que cambiar el chip, es otro concepto, otra manera de sentir. Porque no paramos de cambiar.

-‘A nigth in Utrera’ era un alegato contra la pureza en la música. ¿Qué aporta ‘Ser de luz’?

-Con este disco pretendo, a través de la música, buscar la luz de las personas. Lo que persigo es, a través de las capas de la música, alcanzar el trance, y de ahí pasar a la emoción del público, que sienta la energía.

-¿Sigue pensado que la música no se crea ni se destruye, solo se trasforma?

-Sí, estoy convencido. No existe la pureza en ningún sentido. Si miras alrededor, ¿qué hay puro?

-¿Pueden acabar las fusiones con la tradición?

-No, porque un concepto no puede sobrevivir sin el otro. Evolución y tradición no pueden existir el uno sin el otro. Si no hay evolución, no habría tradición, ya que no existiría algo en lo que evolucionar. Y al contrario, si no hay tradición no tendríamos de donde partir para modificar.

-Y hablando de evolución, ¿qué le parece la controversia creada por Rosalía?

-Rosalía es un regalo para el flamenco y le está haciendo un gran favor a este arte. Usa elementos del flamenco, tanto estéticos como musicales, y los incorpora a un género que ella se ha inventado, el trap flamenco, al que añade elementos costumbristas españoles. Ella ha sido la primera que ha sabido tocar esa tecla y ha liado la de dios. ¿Cuál es el problema de que use elementos del flamenco y de vez en cuando quiera cantar por bulerías? ¿Quién tiene el derecho sobre el flamenco? ¿Quién es el dueño? Por otro lado, la controversia le ha venido genial, se ha hecho mucho ruido y la bola ha sido imparable. Me parece genial que participe este año en la Noche Blanca de Córdoba.

-Ha puesto en primer plano instrumentos muy lejanos al flamenco. ¿En qué espejo se miró?

-En Jorge Pardo y Paco de Lucía. Ellos son los maestros. Cuando yo cogí la flauta, fue para tocar flamenco, y en lo primero que me fijé fue en el sexteto de Paco de Lucía y en Jorge Pardo, quien introdujo la flauta en este arte.

-¿Le gusta que etiqueten su estilo como flamenco jazz?

-Las etiquetas, en general, no me gustan, pero, si hay que ponerle alguna, esta no me importa, aunque me siento más identificado con músicas del mundo. Considero que el flamenco es la memoria del pueblo andaluz, de todo lo que ha pasado por esta tierra. Es música del mundo.

-¿Qué aporta la flauta al arte jondo?

-Otra sonoridad, otro tipo de texturas dentro de la amalgama de sonidos. Los nuevos instrumentos del flamenco, los que no son tradicionales pero que lo acabarán siendo, aportan otro punto de vista, otra visión, otro granito de arena. Es lo que está pasando con esta nueva generación de jóvenes que estamos entrando en el flamenco desde otro punto de vista. Lo normal era que los músicos de jazz se acercaran al flamenco, pero, sin embargo, yo he cogido el instrumento para tocar flamenco compatibilizando la tradición oral con lo académico. Los jóvenes lo vemos de otra manera, y por eso lo hacemos de distinta forma. Lo que me parece muy positivo es que los músicos instrumentales del flamenco consideramos este arte, por encima de todo, como música. No es algo único y diferente, no es ni más ni menos que música, y la música está para compartirla.

-El flamenco instrumental continúa apartado de las grandes citas de este arte. ¿Cuándo cree que se acabará con estos prejuicios?

-Últimamente, he tenido un par de experiencias en dos peñas, en Granada y Zamora, de las más antiguas del flamenco y con una edad media de socio bastante alta. Me dieron la oportunidad, se sorprendieron y les encantó.

-Es cuestión de conocerlo, entonces.

-Efectivamente. Hace falta información, pero ésta tiene que llegar desde el conocimiento. Muchos me dicen que hacemos cosas muy raras, pero que suenan a flamenco.

-¿En qué ha cambiado su vida y trayectoria el Filón de La Unión?

-Desde ese instante, mi carrera ha ido a más, pero no ha sido un cambio radical, sino paulatino. Por otro lado, también es un aval. Creo que me ha ayudado mucho a que la gente mayor de las peñas me abra las puertas, porque piensan que, si me han dado un premio en La Unión, es por algo.

-Este año se celebra el Concurso de Arte Flamenco de Córdoba. ¿Le gustaría que se abriera a esta categoría, como en La Unión?

-Yo lo estoy deseando. De hecho, hace algunos años había un premio para grupos de flamenco que se llamó Paco de Lucía, pero no se volvió a plantear.

-¿Cuándo presentará su nuevo disco en Córdoba?

-Eso no depende de mí. Me gustaría en el Festival de la Guitarra o en la Noche Blanca e, incluso, en la programación paralela del Nacional de Córdoba. Me encantaría.