Es verdadera la tumba de Jesús? ¿Puede localizarse el paraíso terrenal? ¿Puede la arqueología demostrar la veracidad de la Biblia? A esta y a otras muchas preguntas pretende responder el profesor y sacerdote pontanés Pedro Cabello Morales en su libro Arqueología bíblica, que hoy llegará a las librerías de la mano de la editorial cordobesa Almuzara. La importancia de la publicación, según explica el autor, «es que los últimos libros sobre arqueología bíblica son reediciones de otros de los años cincuenta o sesenta». «En castellano, prácticamente, no hay nada de arqueología bíblica, esta todo en otros idiomas», añade. Pedro Cabello piensa que la arqueología «no pretende demostrar la veracidad de la Biblia». «La arqueología puede iluminar muchísimo el texto bíblico, pero el texto bíblico tiene su propia naturaleza, que es lo que intento explicar», explica. Eso sí, remarca que el discurso que se recoge en la Biblia «tiene su verdad». «La arqueología muestra que el texto bíblico no es solo verosímil, desde el punto de vista histórico, sino que se basa en hechos reales», puntualiza. En este sentido, precisa que la arqueología «demuestra que lo que cuenta el texto bíblico tiene su correspondencia en la historia tal y como ha quedado plasmada en los restos arqueológicos que se han encontrado». Del mismo, señala que la Biblia «puede ayudar a dar códigos para descifrar algunos de los restos arqueológicos, existiendo un diálogo entre la arqueología y el texto bíblico».

El autor de Arqueología bíblica estima que es imposible querer tratar de encontrar la «camisa de la serpiente del Génesis o el Arca de Noé», como se ha pretendido. Y aquí entra en otro de los aspectos que analiza, como son las fake news o noticias falsas que se transmiten desde tiempo inmemorial. «Hay muchísimo fake news porque esto vende mucho. Para los maximalistas, cualquier cosa que se encuentra da razones para decir que lo que dice la Biblia es verdad, mientras que para los minimalistas, cualquier cosa da motivos para asegurar que todo es mentira», señala. Para ello, pone como ejemplo la conocida como tumba de Talpiot, que se descubrió en 1980 en Jerusalén. «Un documental pretendió encontrar el misterio de la tumba de Jesús, además de su osario con el único dato de que había una leyenda que decía Jesús hijo de José. La inmensa mayoría de arqueólogos están en contra de esta investigación. El nombre de Jesús, María y José, en la época, era muy común en Jerusalén y solo con esto no se puede decir que se ha encontrado la tumba de Jesús», explica. Además, destaca que la unión de la arqueología y la Biblia da lugar a que cualquier noticia «se multiplique a velocidad supersónica».