La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, confiesa en esta entrevista que el organismo que dirige «estaba al borde de la ruptura hace dos años», pero que en la actualidad, con el primer aumento de su presupuesto en 15 años y la reducción de las tensiones políticas, está en vías de recuperarse. En una entrevista por escrito desde América Latina, que recorre estos días en una gira por Uruguay, Cuba y Colombia, Azoulay (París, 1972), que visitó el yacimiento arqueológico de Medina Azahara a principios del este año, reflexiona sobre los movimientos sociales en esa región y sobre la crisis del multilateralismo. También revela algunas de sus próximas iniciativas, como su intención de inscribir la Zona Desmilitarizada (DMZ) entre las dos Coreas en el Patrimonio Mundial, o desgrana los avances conseguidos en la 40 Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que tuvo lugar en noviembre.

-Usted se convirtió en directora general de la Unesco hace dos años de una manera casi inesperada, ¿qué balance hace?

-Hemos logrado dos objetivos principales: hemos restablecido la confianza en la Unesco al reducir las tensiones políticas y al mejorar su situación financiera. Por otro lado, hemos lanzado importantes iniciativas que encarnan la capacidad de la Unesco de proporcionar respuestas concretas a los desafíos del mundo contemporáneo.

-A juicio de los observadores, usted ha logrado revitalizar la Unesco, incluido aumentar su presupuesto, algo que parece complicado en tiempos poco propicios para el multilateralismo y en ausencia de países como Estados Unidos. ¿Cuál es la ‘fórmula Azoulay’?

-Hace dos años, la organización estaba al borde de la ruptura: en un contexto general de crisis del multilateralismo, la Unesco sufría quizá más aún que otros las divisiones políticas y sus consecuencias sobre la credibilidad de una institución tan pertinente todavía. Dos Estados anunciaron su marcha (Estados Unidos e Israel), importantes Estados miembros no hacían sus contribuciones obligatorias, las tensiones políticas nos impedían trabajar. Había una clara contradicción entre un mandato más actual y necesario que nunca, y la situación de bloqueo y división. Había que llamar a cada uno a asumir sus responsabilidades, pero también demostrar la necesidad de una revitalización de la Unesco. No solo decir que el multilateralismo es importante, sino evidenciarlo sobre el terreno. Es lo que hemos estado haciendo desde hace dos años: mostrar, a través de logros concretos, que la Unesco puede actuar para transformar el mundo en cuestiones tan vitales como la educación, la ciencia, la cultura y las libertades fundamentales. Y estoy feliz de habernos acercado a ese objetivo.

-Pese a todo, usted tampoco ha escapado a las críticas, que la acusan de favorecer a Francia en el seno del organismo y de haber convertido la Unesco en un bastión francés.

-Es necesario dejar estas disputas de capillitas, que son de otro tiempo. En lo que a mí respecta, estoy al servicio del mandato de la Unesco, de forma que la voz de cada uno de los 193 Estados miembros tenga los mismos derechos. Y es la fuerza de su consenso lo que ha permitido el éxito de la Conferencia General que acaba de terminar. La Conferencia General es prueba de una renovada confianza: el consenso que existe sobre Palestina desde hace dos años; importantes iniciativas en educación e inteligencia artificial; el presupuesto, aprobado por consenso, que aumenta por primera vez en 15 años (así como las contribuciones voluntarias, que crecen un 41%); y una participación excepcional al más alto nivel, con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, 15 jefes de Estado y de Gobierno, más de 200 ministros de Educación o de Cultura ...

-¿Qué iniciativas plantea para el organismo?

-Trabajamos en tres ejes: primero, la reducción de las tensiones políticas para restablecer la confianza en la institución. A través de la ciencia, la cultura y la educación, podemos crear o restaurar vínculos, que luego pueden contribuir a otro tipo de iniciativas de paz. Es el caso, por ejemplo, con la inscripción conjunta por las dos Coreas en la lista del Patrimonio Inmaterial de una tradición compartida, el Sirum / Ssireum, y tal vez en el futuro hacer de la Zona Desmilitarizada (DMZ) un sitio compartido del Patrimonio Mundial. Segundo, el reposicionamiento de la Unesco a través de iniciativas relacionadas con las grandes cuestiones actuales, en particular la educación. En tercer lugar, la modernización del funcionamiento de la organización.

-Se encuentra en América Latina, una región en plena convulsión política.

-Cada situación es única, pero existen aspiraciones comunes para una mayor inclusión, sociedades más justas y más sostenibles. Y, por supuesto, la educación, la cultura y la ciencia son las piedras angulares de sociedades inclusivas y prósperas.

-¿Cuáles son las prioridades de su viaje?

-La Unesco tiene una rica historia con América Latina, cuyos artistas y luchas por los derechos humanos han estructurado su trabajo desde su origen, de Pablo Neruda a García Márquez, pasando por Mario Vargas Llosa. Además, los Estados miembros de esta región son muy activos en todas las áreas de acción de la Unesco. Este ha sido el caso durante mucho tiempo en las ciencias humanas y sociales o la cultura. Ahora sucede cada vez más en ciencia, educación o información. América Latina está en la vanguardia de los dos avances principales de la última Conferencia General: la ética de la inteligencia artificial y la adopción de la Convención mundial sobre el reconocimiento de las cualificaciones de educación superior.