Dulzainas, tractores, espigas y amapolas; espíritu libertario y reivindicación del teatro y la danza pero también de la visibilidad la mujer y de la necesidad de diálogo puntearon anoche la gala de entrega de los XXII premios Max, en la que La ternura se alzó como Mejor Espectáculo Teatral.

Por primera vez en sus 22 ediciones, los Max se han celebrado en Castilla y León, en el Teatro Calderón de Valladolid, la ciudad con mayor ratio de teatros por población -6 por 300.000 habitantes-, y actores de tanto prestigio como Concha Velasco, que recogió, «después de muchos años» de esperarlo, el Max de Honor. De hecho, todos los participantes en el espectáculo, excepto Silvia Pérez Cruz, son de esa comunidad, según subrayaba la directora de la gala, Ana Zamora, que ya había advertido que no sería una ceremonia de «chistes» sino un «experimento teatral de gran densidad», con «personalidad castellanoleonesa» y la máxima «la fiesta de la libertad» por bandera. En dos horas y diez de espectáculo, transmitido por La 2, pasaron por su escenario músicos como Silvia Pérez Cruz, Nuevo Mester de Juglaría, La Moda, Agapito Marazuela, Eliseo Parra y Amancio Prada y actores como Ginés García Millán, Charo López y Marta Poveda, que cantaron y recitaron textos de Cervantes, Luis Rosales, María Zambrano, Miguel Hernández, Calderón y García Lorca.

Aunque no era candidata en ninguna otra categoría, la obra de Alfredo Sanzol La ternura, un proyecto de investigación sobre los versos de Shakespeare, se llevó el galardón teatral más importante. «Llevamos 20 años trabajando juntos y este espectáculo es el resultado de la lealtad, el tesón y el trabajo en equipo», destacó Sanzol.

Los primeros premios en fallarse fueron los de danza: el de Mejor Intérprete Femenina fue para Eva Yerbabuena por Cuentos de azúcar y Daniel Doña se llevó el de Mejor Intérprete por Psique. Sharon Fridman fue premiado por la Mejor Coreografía por Erritu. La compañía de Rocío Molina obtuvo el de Mejor Espectáculo de Danza por Grito pelao y Silvia Pérez Cruz se llevó el de Mejor Composición Musical precisamente por su trabajo en esa obra.

Daniel J. Meyer, premio a la Mejor Autoría Teatral por AKA (Also Known As), advirtió en su discurso, remedando el texto de Bertolt Brecht, que «vendrán a por raperos, tuiteros, y presentadores», y animó a luchar por la libertad de expresión.

El Max a la Mejor adaptación teatral fue para Jordi Prat i Coll por Els Jocs florals de Canprosa. una obra del Teatre Nacional de Catalunya (TNE), que partía con cuatro candidaturas y se quedó solo con este: «Es muy triste un país en el que se intenta llevar a los tribunales a personas por hacer humor”, señaló el galardonado.

La Mejor Autoría Teatral fue para Josep María Miró i Coromina por Temps salvatge, también del TNC, que se llevó 2 premios de los 5 a los que aspiraba.