Chimo Bayo ha vuelto. Otra vez. Como ya pasó hace una década, pero ahora con más fuerza, el icónico DJ de la Ruta del Bakalao vuelve a ser una estrella. Tiene cincuenta actuaciones este verano, las marcas lo buscan, ha dado un pelotazo con su propio vino y en pocos días estrenará una canción con un grupo de metal.

-¿Cuántas veces ha resucitado Chimo Bayo?

-Bueno, de momento me han matado dos veces. La última fue una alerta de Google las Navidades pasadas y la anterior en el 2011 en Wikipedia. Pero en la época de la Ruta me mataban fin de semana sí, fin de semana no. En aquella época no había móviles y la gente venía a la discoteca a ver si era verdad y había unos llenazos espectaculares.

-¿Y resurrecciones profesionales?

-Llevó 37 años en esto y aunque me lo dice mucha gente últimamente yo no soy consciente de reinventarme. A mí me gusta que digan ‘Chimo hace cosas’. Nunca me quedo parado. Cuando dejé de pinchar un tiempo hice un programa de televisión, luego la novela, he producido canciones para mí y para otra gente, ahora tengo la marca de vino... Si paras, luego cuesta más reengancharse.

-Fue un referente. ¿le extraña seguir siéndolo casi 40 años después?

-Nunca pensé que llegaría a esta edad en la situación que estoy, la verdad. Intento hacer las cosas lo mejor posible. Me lo tomo todo como si fuera la primera actuación, no llego de sobrado a ningún sitio y, sobre todo, miro al público, que a mí me gusta mucho ver cómo responde. Estoy aquí porque la gente ve que soy auténtico. Nunca he renegado ni de la Ruta, ni de canciones que haya hecho. Al final, te conviertes en imagen porque no cambias.

-¿Cómo es una actuación suya ahora? ¿Como las antiguas en El Templo?

-Yo soy un dj-showman. Como siempre, involucro a la gente viniendo del espacio exterior. Hablo, canto, doy consignas, pongo mis números uno. Porque imagínate que ibas a ver a Michael Jackson y no hacía el Moonwalker. Pues te ibas desengañado.

-Ahora que hay cierta reivindicación de la Ruta del Bakalao, ¿cómo la recuerda?

-Para mí, fue el último movimiento social espontáneo de búsqueda del placer y del hedonismo. Sin internet y sin redes sociales 50.000 personas de toda España se juntaban en un sitio para pasarlo bien, quedaban para disfrutar y no había broncas. Algún accidente tenía que haber si había 30.000 coches moviéndose, pero es que en aquella época no era obligatorio el cinturón. Era alegría y un movimiento irrepetible, no creo que haya ninguno así de espontáneo ahora, todo está condicionado a las redes sociales.

-Había alegría y también culto a la música…

-Los DJ teníamos la fuerza y la capacidad para poner 20 temas nuevos y la gente venía pensando qué tema iba a poner Chimo. Ahora la gente sólo escucha lo que conoce. Entonces había una búsqueda de sonidos y era un movimiento de culto transversal. Había un abogado y al lado el que recogía naranja, otro que trabajaba en un bar, un diseñador de moda y el dueño de un pub.

-¿Cómo se metió en esto?

-De pequeño, me llamaban ‘Nino Bayo’ porque me gustaba mucho Nino Bravo. Yo quería ser piloto de motocrós, pero me rompí una pierna. Lo pasé muy mal y la música me salvó la vida. No quería ver a nadie, había perdido la posibilidad de ser campeón de España. Tras un año sin querer salir, mis amigos me sacaron a una discoteca y estaba muy incómodo, no me gustaba la gente que fumaba o que bebía y tropezaba con todo el mundo con las muletas. Me dijeron que me metiera en la cabina, que así no molestaba, y me puse como un florero detrás del DJ. Empecé a ver cómo pinchaba y un día que se fue a un concurso me dijeron que me pusiera. El chaval ganó, pidió más dinero y lo tiraron, y me dijeron que me quedaba yo.

-¿Cómo fue la fama, verse tan arriba?

-Siempre lo vi todo normal en mi evolución, como cuando me dijeron que era número uno en Japón y tenía que ir. Veía todo natural, lo bueno y lo malo. Pero una mañana que volvía de fiesta y estaba quitándome las botas, puse la tele y estaba el programa ese Del 40 al 1 y, de repente. escuché: «Puesto 27, un DJ de Valencia que está volviendo loco a todo el mundo con Así me gusta a mí». Del subidón que me pegó tuve que ir al baño a devolver, lo tiré todo y no iba borracho ni nada.

-¿Por qué murió la Ruta del Bakalao?

-Pues porque fue una estrella que brilló con mucha luz. Cuando algo destaca tanto es difícil que dure. Además, estuvo la masificación y el cambio de público que ya no empatizaba tanto. No había tanta elegancia.

-¿Qué papel tuvieron las drogas?

-Había gente que tomaba y gente que no, pero había un alto nivel de empatía. Nos comunicábamos y nos hacíamos amigos de desconocidos. ¿Ahora la gente no toma drogas? Yo creo que la actitud es más importante, yo conozco a gente que con un whisky hay que tirarlos del local.