Referente en el ámbito del estudio de la historia, ha convertido nuestro pasado en best sellers convencido de que es siempre la crónica de una aventura. Ahora, Fernando García de Cortázar acaba de publicar Católicos en tiempos de confusión, un manifiesto a favor de que el humanismo de tradición cristiana vuelva a ser la referencia que nos defina en unos momentos en los que «en España se está dando un fuerte anticatolicismo». Esta tarde, a las 19.30 horas, presentará su nueva obra, junto a Fernando Cruz Conde, en la Fundación Castillejo.

-¿Por qué ha decidido escribir este libro ahora?

-La crisis no solo ha sido económica, sino cultural, de valores, de principios, y en buena medida eso ha afectado al mundo católico, cristiano. Hablo no solo de los que practican una fe, sino también de aquellos a los que yo llamo cristianos culturales, a los que creen en Jesús como hecho histórico fundamental en la historia de la Humanidad.

-Dice usted en el libro que urge «recuperar el humanismo cristiano que permita alimentar la esperanza en un futuro más igualitario y fraterno». ¿Es necesaria una creencia religiosa para ello?

-No, pero ayuda. Los que creen tienen un compromiso, aunque también hay agnósticos admirables que son más defensores de la cultura de la iglesia que muchos católicos. No hay que confundir el sano laicismo con el anticlericalismo que profesa, quizá, una cierta tendencia de la izquierda. Y también trato de decir que, para los que creemos, nuestro compromiso no es solo privado, sino que nuestra fe debe ocupar un espacio público.

-¿No es la religión algo íntimo que pertenece a la esfera privada, sobre todo en un Estado laico?

-Vivimos en un estado laico, pero no anticlerical ni antirreligioso. Los católicos debemos tener un compromiso público que se ajuste a nuestras creencias. Y eso también tiene que tener una manifestación pública. No se puede ser creyente en la intimidad y luego ser un tiburón en el ámbito publico.

-Nacionalismo e Iglesia han ido siempre de la mano. ¿Qué reflexión le merece esto en los tiempos que vivimos?

-Creo que la responsabilidad de la Iglesia ha sido muy grande en el tema del nacionalismo vasco, incluso de ETA. Y en el caso de Cataluña, estamos viendo una iglesia alineada con el independentismo. Eso me parece una aberración y una contradicción, una traición en sí misma. Me llama la atención la militancia de la iglesia, que siempre se ha visto tentada por los hechos nacionales, lo que quizá sea una forma de evitar lo que pensaban que podía ser la lucha de clases.

-¿Cuál es el reto de la Iglesia actual?

-Buscar su originalidad y su verdad, frente a la idea de acomodarse a los tiempos. La izquierda está confundiendo laicismo con anticlericalismo y anticatolicismo, porque después son más comprensivos con otras manifestaciones religiosas, como la musulmana, por ejemplo. Toda la agresividad la ejerce contra la Iglesia y son muy poco laicos cuando se trata de otros credos. En España se está dando un fortísimo anticatolicismo que lleva a barbaridades como la no aceptación de símbolos o festividades litúrgicas ya consolidadas culturalmente.

-¿Qué le parece la actitud de algunos grupos ultracatólicos ante la creación artística, como lo sucedido en Madrid recientemente con un grupo de teatro cordobés?

-No podemos ser tan condescendientes y llamar a todo obra artística. No estoy de acuerdo con estos ultracatólicos, pero tampoco acepto que todo lo que va al teatro es cultura o de calidad.

- Hay otras muchas religiones que también tiene su bases en el cristianismo ¿Por qué solo opta por la católica?.

-Porque es la que más insiste en potenciar la igualdad, la libertad y la unidad. Ni el islam ni el mundo judío representan esa idea de libertad y de igualdad.