Pepe Mel es un hombre algo atípico. Exjugador y desde hace dos décadas entrenador de fútbol, recientemente ha escrito su cuarta novela, La llave sefardí. Un repaso por seis siglos de la Historia de España y del mundo mediterráneo, y que reconoce que escribió «en un momento en que no estaba trabajando en lo mío». Entiende la literatura como «un hobbie», y se reconoce apasionado de la Historia, la profesión que habría escogido de no haber llegado a ser alguien importante en el deporte rey. En su cuarta novela, aborda la expulsión de los judíos de España, a finales del siglo XV, para trazar una historia apasionante que acaba ya en el siglo XXI.

-Sorprende que un entrenador escriba cuatro novelas.

-Quizás lo que más sorprenda es que no sean novelas de fútbol. Es algo que siempre he hecho desde muy pequeño, siempre me ha gustado mucho escribir, y leer. Porque si no lees, es muy difícil escribir. Es un hobbie, algo que se me da bien, aunque no me considero escritor, porque soy entrenador de fútbol. Para mí, mis novelas son una pasión. Hay gente como Miguel Pardeza que lo hizo, se salió de esa norma. Siempre ha habido gente que se ha preocupado por lo que pasa cuando cuelgas las botas. Hoy, los futbolistas se preparan para lo que viene después, y es algo normal. Para el fútbol, con treinta y tantos eres mayor, pero para la vida eres muy joven.

-En ‘La llave sefardí’ hace un repaso por más de 500 años de historia.

-La parte que más me divierte es la documentación. El libro empieza a finales de 1300, con Sabino Levy en Toledo, y termina en la actualidad, más allá de los atentados de Atocha en Madrid. Unos atentados que me dieron el motivo para escribir la novela. Mi familia es de Madrid, mi hija andaba por esos sitios en esa época, y casi nos rozó la tragedia. Documentarte bien sirve para no cometer muchos errores, y es un momento bonito del trabajo de escribir una novela.

-¿Qué extrae de ese fluir de la historia de España?

-El ejemplo que quise poner con mi novela es la convivencia que tuvieron las culturas musulmana, cristiana y judía en nuestro país. Por eso empieza y acaba en Toledo, que es la ciudad que mejor representa ese hecho. Si en una época de la Historia fuimos capaces de convivir juntas las tres religiones, tenemos que intentar conseguirlo de nuevo en el siglo XXI.

-Usted relata la expulsión de los judíos de España.

-Hay algo que me ha enseñado la historia que me apasiona. Si no hubiera sido futbolista habría sido profesor de Historia. No se puede juzgar los siglos pasados con la mentalidad del actual. Como una persona del siglo XXI, no puedes analizar con tu visión lo que pasó en el siglo XIV. Las costumbres y las leyes eran muy diferentes, y hay que tener la retrospectiva. La Historia está para aprender de ella y no caer en los mismos errores.

-¿Ve paralelismos entre esa etapa y los extremismos de hoy?

-Totalmente, cada vez que hay una recesión económica, obviamente las clases medias y humildes son las que más sufren. Entonces, aparecen los extremismos, las intolerancias y los recelos con la gente de otros países que llegan al tuyo y crees que vienen a quitarte el trabajo. Todo el mundo debería estudiar la Historia con esmero porque te enseña que es cíclica, y tenemos que estar alerta a esos extremismos.

-¿Cree que su libro puede ser un antídoto contra la intolerancia?

-Bueno, no deja de ser una novela, cuya primera función es divertir, entretener. Esa es su primera función, además del mensaje que quería enviar.

-Madrid y Sevilla aparecen en el libro. Dos ciudades donde ha vivido.

-Viajo mucho, soy un apasionado y en mis libros siempre aparecen las ciudades que yo he visitado. En mis otras tres novelas hablé de Jerusalén o de El Cairo, sitios que he visitado y que conozco bien, e intento plasmar la impresión de esas urbes en mis novelas.

-¿Cree que la novela es un género arriesgado?

-Sí lo es. Tengo clara la historia que voy a contar, y luego me embarco en la documentación. A través de esa búsqueda surge el darle vida a los personajes, que es lo más peliagudo. Los personajes, además, tienen vida propia y te llevan a sitios, lugares, que no habías pensado jamás. Además, hay personajes históricos que insertas, que han existido realmente, y que tienes que ser puntilloso. Samuel Levy, Hitler, Himmler o Bin Laden aparecen en La llave sefardí, y tienes que ser muy escrupuloso con lo que dices. Pero es el personaje de ficción el que mueve a la novela de un sitio para otro.

-¿Se queda con alguna ubicación de su novela por su interés?

-Yo soy madrileño y aprendí muchas cosas leyendo el libro de José Luis Corral sobre la época del Madrid de Velázquez. Es la época de Felipe IV, y hay cantidad de curiosidades que conocí a fondo una vez que entré en ese libro. La historia de la Plaza Mayor, de su utilización por la Inquisición y por el Rey para hacer juegos de lanzas, mil cosas que conoces mediante la escritura y la lectura.

-¿Cree que la Historia está maltratada en la educación?

-Mira, por ejemplo, el problema catalán. Si se tratase la Historia con rigurosidad, no sería tal problema. La Historia tiene la tendencia de que suele ser cambiada por los vencedores y luego por los vencidos. Y es algo que muchas veces, si descubriéramos lo que realmente pasó en un hecho histórico, nos sorprendería. Pero esa reescritura es difícil de parar.

-¿Veremos pronto su quinta novela o espera regresar a los banquillos?

-Pues te soy sincero. Tengo mis cuatro novelas, y todas las escribí en periodos en los que no trabajaba. Cuando eres entrenador, llevar todo el club en lo deportivo adelante te ocupa las 24 horas. En cuatro momentos cuando no entrenaba las hice, espero que la quinta tarde muchísimo tiempo porque significará que estoy trabajando. Porque, como te he dicho, mi trabajo es ser entrenador de fútbol. Por desgracia, la escritura no da para comer.