La Fura ha dado un nuevo paso de gigante en la ópera con el estreno el domingo pasado de una surrealista versión de La flauta mágica , una de la obras más populares de Mozart, en una antigua central eléctrica de Bochum (Alemania), uno de los mayores escenarios del Festival del Ruhr.

Había una enorme expectación entre la prensa mundial tras el buen sabor de boca que dejó su anterior lectura de La condenación de Fausto , de Berlioz, en el Festival de Salzburgo, dirigido entonces por Gérard Mortier, hoy máximo responsable del Ruhr. Quienes lograron entrar --había una larga lista de espera entre los periodistas para el estreno-- no salieron defraudados.

La Fura proporciona a esta ópera una nueva dimensión. Es presentada con otra piel más moderna, que altera por completo su esencia. La alucinante acción se desarrolla a un ritmo trepidante, con cuadros de gran plasticidad. Se han suprimido los diálogos y hay un gran protagonismo de imágenes digitales, con cinco proyectores que bombardean y delimitan el espacio.

CAOTICO Y MARAVILLOSO

Una moderna escenografía, realizada a partir de 12 grandes módulos hinchables y transparentes, recrea un mundo ambiguo y caótico pero maravilloso, por el que transitan emociones e ideas interpretadas con ganas por un buen equipo de cantantes y bailarines.

Una serpiente digital persigue al noble príncipe Tamino (Matthias Klink, tenor), convertido en personaje de Playstation a juego con su amada Pamina (Genia Kühmeier, soprano). El animal no muere en el primer acto, como ocurre en la obra de Mozart. Aquí, sigue persiguiendo a Tamino. La misión del reptil digital es trasladar el mensaje de la obra al público mediante unos textos en pantalla, leídos también por una voz en off, escritos por Rafael Argullol.

El vestuario no tiene pérdida: el pajarero y vividor Papageno (Christian Gerhaher, barítono) y su Papagena (Anne Cambier, soprano) lucen un conjunto de cuero rojo matador; Sarastro (Kwangchul Youn, bajo), sumo sacerdote del templo de la sabiduría en la obra de Mozart, aparece cual cruce entre amo de casino y shaman; la Reina de la noche (Erika Miklosa) y sus tres damas (Dorothee Jansen, Marie-Belle Sandis, Marijana Mijanovic), surgidas del lado oscuro, llevan unos arrapados vestidos luminosos con bombillas en los pechos y el sexo; los tres niños son mitad Reina de la noche, mitad Sarastro, mostrando así la dualidad del ser humano.

La estética de Monstatos (Burkhard Ulrich, tenor) es motera: camiseta negra sin mangas, tatuajes y pañuelo a la cabeza. Se ha escrito mucho sobre La flauta mágica, una ópera llena de simbolismo y con muchos niveles de interpretación. Puede entenderse de una manera sencilla, como una comedia surgida de la fantasía sobre el bien y el mal, que combina seriedad y comicidad, o como una obra filosófica profunda sobre los esfuerzos del hombre por alcanzar la verdad.

La creación de Alex Ollé y Carles Padrissa (concepción y dirección de escena), en colaboración con el escultor Jaume Plensa (concepción, escenografía y vestuario), y con Frank Aleu (video), propone una reflexión sobre la encrucijada en la que se halla el hombre actual, que cada uno interpretará a su modo. Por algo el bastón de Sarastro tiene forma de interrogante: encarna la eterna duda del ser humano.

SE VERA EN ESPAÑA EN EL 2005

El montaje, una co-producción del Ruhr y La Bastilla de París, se verá hasta el 6 de octubre en Alemania. En el próximo año 2005 irá a París (enero) y al Real de Madrid (julio).