LLegó a Córdoba desde París hace 20 años atrapado por el amor. Desde entonces, ha hecho de esta ciudad, donde se ha convertido en un artista muy popular, su cuartel general desde el que viaja por todo el mundo con la creencia de que la música puede cambiar la sociedad. Y ese sigue siendo su objetivo con su cuarto disco, Ampy Azai, en el que denuncia la situación de desigualdad de su país, Madagascar, «una tierra muy rica, que lo tiene todo, pero donde la gente vive en la extrema pobreza», dice el músico malgache, que se subirá el próximo jueves sobre las tablas del Teatro Góngora junto a sus músicos y un gran número de originales instrumentos. Y con una mezcla agridulce de canciones que invitan a disfrutar, trascender, reír y bailar quiere celebrar Kilema sus 25 años en Europa y sus dos décadas en Córdoba

-Presenta en Córdoba su cuarto disco, ‘Ampy Zai’, en el que denuncia las desigualdades en su país de origen, Madagascar. ¿Es un disco de lamento o se puede reivindicar con alegría?

-El disco reúne las dos sensaciones. Es una denuncia, un grito de alerta sobre todo lo que está pasando en Madagascar y, a veces, también se protesta bailando igual que llorando. Hay algún tema que es un auténtico grito.

-¿Qué mensaje quiere dar?

-Mi mensaje siempre ha sido la paz, la tolerancia, el respeto, la diversidad... Y no me canso de ello. Madagascar es un país muy rico, que tiene de todo y, sin embargo, la gente vive en una pobreza extrema. Me pregunto qué es lo que está pasando, el por qué de esa desigualdad y el ansia de poder de algunos, por qué no se trata de mejorar la vida de la gente mientras la riqueza sigue en manos de veinte personas.

-¿Qúe sentiría si este disco fuera un granito de arena hacia esa igualdad?

-Sería un sueño. Después de recorrer Europa con mi música me he dado cuenta de que la desigualdad es global, está en todos los rincones del mundo. Sería un sueño que mi música cambiara el corazón de la gente para intentar que reine la bondad.

-Con este trabajo celebra sus 25 años en Europa. ¿Qué balance hace? ¿Fue una buena decisión?

-Sí. Pese a que me licencié en Filología Inglesa, yo ya empecé a hacer música en Madagascar, mi familia es muy musical. Entonces me di cuenta de que podía vivir de la música y con 33 años di el salto a París. Allí encontré una banda de Madagascar, Justin Vali Trío, que ya era muy conocida. Entré en el grupo y recorrimos todo el mundo, desde Nueva Zelanda a Estados Unidos. Con este grupo, tres personas con instrumentos reciclados, llegué a Córdoba en el año 1993 para participar en un concierto en la plaza de toros contra el racismo y la xenofobia. En la rueda de prensa había una mujer que ahora es la madre de mis dos hijos, y por ellos le dije adiós a París y empecé mi vida en Córdoba.

-Después de más de 20 años en esta ciudad, ¿se siente querido y valorado aquí?

-Sí. Me siento muy bien en Córdoba, pero quizá aquí se debería abrir más la mente hacia otro tipo de músicas. La música es una herramienta para transformar la realidad, es amor, es paz, es tolerancia, y cada vez que cojo el instrumento y me muevo por el mundo, no solo en Córdoba, la gente cambia su visión hacia mí. No solo soy artista de festivales y teatros, tengo muchos proyectos y el más fuerte en mi corazón es el de los conciertos didácticos.

-En efecto, lleva mucho tiempo realizando con éxito esos conciertos destinados a los niños por toda España. ¿Puede cambiar la vida la educación musical?

-La música para mí es educación. Hay que educar en la música desde que los niños son muy pequeños. Llevo más de 150 conciertos didácticos en todo el mundo y con ellos trato de transmitir valores. A los profesores les gusta mucho y los niños tardan en olvidarlo.

-En sus discos siempre se desprende cierta añoranza y nostalgia hacia a sus raíces. ¿Con los años se acrecienta esa morriña?

-Si y no, porque, aunque sabes de donde vienes, donde está tu gente, mis padres hace mucho tiempo que murieron y mis hermanos ya tienen cada uno sus vidas. Aun así, sigue siendo mi nucleo familiar y voy al menos cada dos años, no solo por mí, sino para ver la evolución del país, qué hacen sus músicos. Y también me gusta que mis hijos conozcan de dónde viene su padre.

-Además de sus nuevas canciones, ¿en qué va a consistir su espectáculo?

-Aún estamos debatiendo sobre el repertorio, pero no me gustaría dejar en el olvido otras canciones de otros discos, ya que al concierto puede asistir gente que no me conozca. Así que no solo nos vamos a centrar en el último disco, al menos cantaremos lo mejor de los otros tres. De todas formas, el concierto va a ser muy interactivo, la música no tiene fronteras ni idiomas.

-¿Con qué músicos e instrumentos contará en este concierto?

-Yo voy a tocar siete instrumentos distintos. Conmigo también estará en el escenario mi hermano mayor, Nesta, que toca otros instrumentos tradicionales de mi país y hace los coros y baila. Al bajo viene un músico excepcional, Pedro Delgado, al que llamo mi hermano blanco. Fue al primer músico de Córdoba a quien conocí con solo 19 años y ahora sin él el cuarteto no funciona. Por último, a la percusión estará Manuel Luque.