Hay que leer poesía porque es el género que nos enseña la concisión, la palabra justa, en la narrativa puedes explayarte, en la poesía no, hay que encontrar la palabra esencial en el tiempo». Ese es el consejo de Juana Castro en el día del libro, un día especial para ella, en el que tuvo la ocasión de presentar en la Feria del Libro su poemario Antes que el tiempo fuera, merecedor en su 25 edición del premio Ricardo Molina. «Me obsesiona la lucha contra el tiempo que viven sobre todo las mujeres, que debemos conjugar el trabajo, la pareja, los hijos...», confiesa, una lucha que está presente en su poemario tanto como el dolor, ese sentimiento que ha marcado su vida y su obra.

«Me han dado muchos palos, perdí un hijo de 15 años con leucemia cuanto yo tenía treinta y pocos, después de vivir ocho meses de tratamiento, y luego tuvimos una nieta con daño cerebral, en el transcurso del libro», explica sincera, «pero yo hablo del dolor sin ser truculenta, intentando mostrar siempre la belleza».

Para Juana Castro, la poesía es «terapéutica, curativa» y cree que se ahorrarían muchas visitas al psicólogo escribiendo más. Tiene enmarcado en la memoria el anuncio del premio Ricardo Molina, que recibió tras una mañana rodeada de niños en su pueblo. García Baena le dijo que había creado un libro hermoso «pero duro», en el que da voz poética a las madres de Los Pedroches, que sustituyen los besos por comida, un viaje en el tiempo en el que un fósil guía a los lectores hacia el cielo estrellado. Pasen y lean.