La directora de cine cordobesa Josefina Molina ha sido distinguida hoy con el Premio Nacional de Cinematografía 2019, un galardón que, por primera vez, recibe una cineasta en los casi cuarenta años que han pasado desde que se concede el premio y que el jurado asume como deber para «subsanar una deuda histórica».

No es casualidad. También fue la primera en obtener el título de directora-realizadora en la Escuela Oficial de Cinematografía, en 1969, y una de las primeras en pensar que las mujeres cineastas necesitaban organizarse, como demostró al fundar en el 2006 la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). Considera que su reconocimiento es "estupendo" para todas las mujeres del cine, celebrando que hayan "sustituido soledad por solidaridad" gracias a asociaciones como CIMA.

Un jurado de expertos la ha reconocido por ser "referente de varias generaciones de cineastas presentes y futuras, subsanando una deuda histórica con su carrera. Su mirada libre y sin prejuicio ha sido esencial para comprender la situación de la mujer en los años de la Transición y la consolidación de la democracia". "Agradezco mucho eso; si soy un referente -dice-, si he logrado que haya mujeres que hayan querido seguir este camino, pues estupendo". "Pertenezco a una generación que vivió en un panorama político muy singular (una dictadura) y el hecho de que una mujer se dedicara a dirigir cine era una novedad, aunque hubo precedentes en la República y estaba Ana Mariscal. Éramos excepciones -remema Molina en una entrevista telefónica con Efe-, y hasta tuvimos suerte porque como tales, hasta fuimos utilizadas".

"El régimen -explica la octogenaria- podía fardar con nosotras de que en España también había directoras. Tuvimos la suerte de que éramos muy pocas, Cecilia Bartolomé, Pilar Miró, Mercé Vilaré en Cataluña y yo, pero seguíamos siendo excepciones, rara avis". Hoy, un jurado integrado por expertos en cine decidió sumar el nombre de Josefina Molina a los de otros ilustres cineastas, como Rafael Azcona, Carlos Saura, Luis García Berlanga o Antonio Banderas, por su "valiente manera de abordar la vanguardia, la autoficción y el clasicismo en su obra". El fallo también ensalza su labor como "empeño personal" porque haya "una mayor representación" femenina en la industria cinematográfica. "Me siento muy orgullosa de pertenecer a un grupo como CIMA, porque es lo que marca la diferencia: antes, como digo, éramos casos aislados, pero sobre todo estábamos solas. Es más, se fomentaba nuestro aislamiento y cada una hacia lo que podía por su camino. Ahora hemos sustituido esa soledad por solidaridad", resalta. Ahora, añade, "nos miramos con igualdad; hay muchas mujeres jóvenes haciendo un cine extraordinario y eso me da alegrías continuas", apunta esta excepcional mujer.

Celebra que el premio concedido hoy, y que le entregará el máximo responsable del Ministerio de Cultura el próximo mes de septiembre en el marco del Festival de Cine de San Sebastián, reconozca, entre otras cosas, "su mirada libre y sin prejuicio, esencial para comprender la situación de la mujer en los años de la Transición". "Sí -dice-, pero eso no lo he hecho yo sola" y recuerda "a las muchas mujeres de mi generación que se quedaron en el camino porque no tuvieron la suerte o no se les dio la circunstancia y abandonaron, pero tuvo que haber gente con mucho talento". Con los 30.000 euros con los que está dotado el premio «algo haré, no se van a quedar ahí».