Es un personaje que le atrae desde que apenas era un adolescente, por lo que interpretar a Cyrano de Bergerac es para el actor José Luis Gil, el presidente de la comunidad de propietarios más famosa de España, todo un privilegio, que mañana repetirá en el Auditorio de Lucena. «Es un personaje que me ha acompañado toda la vida», confiesa el actor, que reconoce que «cuando lo descubrí me cautivó, me enamoró, me parecía que lo tenía todo y es una maravilla para un actor meterse en sus botas y vivir esa aventura tan bien escrita». El intérprete, que abandona de vez en cuando el plató de la serie La que se avecina para dedicarse a proyectos como este, lleva tres años sobre los escenarios españoles representando al personaje de Edmond Rostand, acompañado por Ana Ruiz, Álex Gadea, Javier Ortiz, Carlos Heredia, Rocío Calvo y Ricardo Joven.

En cuanto al Cyrano que presenta, el actor considera que «la obra está por encima de todo, está tan bien escrita que resiste cualquier versión», aunque, asegura, «nunca estuvo en mi cabeza que yo fuera a interpretarlo», por lo que se ha enfrentado a él «recordando todo lo evocó en mí cuando era casi un niño y le daba toda la dimensión de aventurero, casi de capitán Alatriste», lo que «ha sido el punto de partida para crear el personaje» y hacerlo atractivo y creíble al público.

PENA AL DEJARLO // Gil reconoce que hay una parte del personaje en él, aunque considera que «todos tenemos un poco de Cyrano». En su caso, «los primeros amores, que suelen ser con la gente menos apropiada, que acaban haciéndote un frustrado, pero que son una parte de tu vida que no quieres desechar».

A punto de finalizar la gira, el actor señala que «nos va a dar mucha pena dejarlo» porque ha sido un proyecto que el público ha acogido con «mucho cariño y emoción», y «a nosotros nos ha hecho vivir unos momentos maravillosos y lo hacemos cada día como si fuera el primero».

Pero compaginar una serie de éxito como La que se avecina, de la que ahora se graba la duodécima temporada, con una función teatral «es complejo», aunque reconoce que «la producción respeta estos proyectos y nos cuida a todos los actores que trabajamos en ella». Y es que Gil confiesa que aún «disfruta» de la exitosa serie, una propuesta que comenzó con Aquí no hay quien viva hace ya casi 17 años y supuso un antes y un después en la carrera de este actor, que ha dedicado gran parte de su trayectoria al doblaje y la publicidad.

«Es muy difícil que vuelva a ocurrir algo así», dice sobre el fenómeno en el que se ha convertido la serie, lo que vive con «cierta naturalidad», aunque ahora caminar desde su casa al garaje se ha convertido en «otra cosa». «Me paran personas de todas las edades, me dan las gracias y su cariño», continúa el intérprete, que explica que «cuando me lo propusieron me pareció un proyecto muy divertido y fresco, pero nunca pensé que adquiriría esa dimensión».

Pese a que su popularidad no se la ha dado Cyrano de Bergerac sino Juan Cuesta y Enrique Pastor, el actor no teme el encasillamiento, que «viene de los propios directores, que piensan que no eres capaz de hacer otra cosa, y no del público». Encantado de regresar a los escenarios cordobeses, Gil acude ahora al Auditorio de Lucena en la piel del personaje con el que siempre soñó, que pronto cambiará por otro papel en el nuevo proyecto teatral que tiene sobre su mesa, un texto de Afredo Cernuda sobre Eduardo II, Ojos de niebla, cuyos ensayos comenzará en breve. «Es un proyecto muy ilusionante que creo que va a encandilar porque tiene una vigencia total, pese a desarrollarse en el siglo XIV».