Entre el cúmulo de actividades que las peñas desarrollan a lo largo y ancho de su trayectoria, no cabe la menor duda que el reconocimiento a los que hacen posible su intensa actividad desde que se implicaron en la defensa del arte flamenco viene a ser una asignatura pendiente que la Peña Fosforito cumplió con creces el pasado viernes.

Juan Aguilar recibió un cálido homenaje por toda una vida volcada en la pasión vitalista que lo ha significado como ejemplo a imitar dentro del entramado peñistico de estos lares. Hombre hecho a sí mismo, curtido en las dificultades de toda índole que contempla hoy con la serenidad que dan los años, su cabal actitud ante su significativo talante empresarial como ebanista y empresario de la madera, y su pasión por el cante en el que el titular de su peña es uno de sus grandes iconos junto con Caracol, Terremoto, padre e hijo, Vallejo, Marchena, Valderrama y el Pele entre otros, han enriquecido un espíritu fuerte y bondadoso en el que su familia, con su esposa Mary como su pilar principal, sus hijos y nietos, y sus numerosos amigos que coincidieron con él en la constitución del Rincón del Cante a principios de los 70, y posteriormente en la Peña que hoy lo homenajea, lo tienen como referente en la vida y en la pasión desbordada de su afición flamenca. El presidente, José Gregorio, incidió en los 30 años que Juan Aguilar ha desplegado su actividad tanto en la programación flamenca de la peña, así como su generosa colaboración en las múltiples tareas encomendadas que han cimentado su nombre. El emotivo acto estuvo adornado por el cante de la onubense Rocío Bazán y la espléndida guitarra de Manolo Herrera.

Esta joven cantaora exhibió recursos suficientes para alborotar al personal. Su voz potente y sus conocimientos dejaron a todo el mundo con buen sabor de boca. La malagueña que culminó por rondeñas, las guajiras recurriendo a un poema albertiniano, la caña acordándose de Rafael Romero El Gallina, las alegrías de Rosario la del Colorao, que remató con las Mirris, cerraron la primera parte. En la segunda, en la que estuvo más madura y locuaz, destacó sobre todo en los cantes de levante, los fandangos de Huelva las bulerías y la saeta.

Digno recital que se sumó al reconocimiento de un aficionado cabal, símbolo de una veterana afición sin cuyo esfuerzo, probablemente, al arte flamenco en nuestra provincia le hubiera faltado uno de sus pilares más importantes.