Un video divulgado por el Ministerio de Cultura italiano retrata el momento exacto en el que un noble y su esclavo se desplomaron al suelo en unos pórticos de la mansión donde vivían en Pompeya, asfixiados y quemados por las cenizas y lapilli del volcán Vesubio, mientras intentaban huir despavoridos. La erupción se produjo el 27 de octubre del año 79, a las 12 del mediodía, según dejó escrito Plinio el Joven. El amo y el esclavo murieron incinerados al día siguiente, a las nueve de la mañana, según los arqueólogos actuales.

Los cuerpos de ambos han sido descubiertos en estos días, 19 siglos después, en una suntuosa villa a 700 metros de la ciudad de Pompeya, que también sucumbió a causa de la erupción. “Asombroso”, ha comentado el ministro de Cultura, Dario Franceschini. “Absolutamente excepcional”, añade Massimo Osanna, director del parque arqueológico de Pompeya.

LOS DIENTES, LOS PLIEGUES DE LAS TÚNICAS..

Se trata de un momento histórico y dramático cristalizado gracias a los moldes de yeso usados por los arqueólogos para retratar y reconstruir, primero en negativo y después en positivo, los cuerpos de los difuntos. Con una calidad que impresiona. Se aprecian los pliegues de las túnicas, los ropajes de la capa de lana, los dientes de las víctimas que evidencian una agonía que si fue rápida no dejó de ser terrible, circunstancia apreciada también por la posición rocambolesca de los cadáveres petrificados. Se observan los huesos de un pie, la barbilla, los labios, la nariz, la vista parcial de los huesos descubiertos del cráneo. Al lado de los cuerpos, un amasijo de tejido pesado, que según los arqueólogos se trataría de lana. Y una segunda capa, tal vez usada como manta para protegerse de cuanto caía desde el cielo.

La "lectura" de la escena está todavía en curso por parte de los especialistas, aunque su primera impresión es que los dos hombres estaban organizando la fuga de los moradores de la villa, una escena ya vista en otras localidades de Pompeya. Como en el Huerto de los Fugitivos, así bautizado actualmente por los cuerpos de 13 personas carbonizadas en el momento de huir, conservadas en el mismo lugar y que han inspirado a literatos, poetas y cineastas de todos los siglos.

Explican los expertos que de las primeras víctimas de la erupción se conservan solo los esqueletos, porque fueron atrapadas en los ambientes donde se encontraban y aplastadas por el hundimiento de los techos e incinerados por tres metros de lava. Más tarde, el magma y material piroclástico rellenaron los espacios todavía no invadidos por el material volcánico y las “personas murieron al instante por un choque térmico”, permaneciendo sus cuerpos en la posición en la que la ola les empujó, conservando en los siglos la huella que dejaron después de la descomposición. Los moldes de yeso permiten recuperar cuanto hubo en el vacío dejado.

CHICO JOVEN Y ADULTO ROBUSTO

En esta primera lectura del hallazgo, los arqueólogos estiman que la primera víctima es un chico de entre 18 y 23 años y de 1,56 metros de altura. Tiene “la cabeza reclinada, sus dientes y cráneo son todavía parcialmente visibles”. Viste una túnica hasta la rodilla, de la que se aprecia el ropaje hasta el bajo vientre. Las piernas están al descubierto. El segundo hombre descubierto tendría una edad de entre 30 y 40 años, es robusto, lleva también una túnica, pero el conjunto de los detalles dejan entrever que era de un nivel social superior respecto al primero. Los expertos deducen que se trataba de un amo y un esclavo, incinerados repentinamente.

“Has descubierto el dolor humano y quien sea hombre lo siente”, escribió Luigi Settembrini en 1863, regresando de Pompeya. Añadiría: “Están muertos desde hace 18 siglos, pero son criaturas humanas de las que uno ve su agonía, no hay arte ni imitación, son sus huesos, reliquias de su carne y de sus ropajes mezclados al yeso, el dolor de la muerte que recobra cuerpo y figura”.

Después de siglos de ser visitada y estudiada de maneras voluntariosas y más recientemente con interferencias importantes del crimen organizado de la región de Nápoles, hasta el punto de que la Unión Europea se erigió como protectora, Pompeya ha emprendido un rumbo nuevo, lleno de sorpresas. Que no han terminado: Quedan aún 20 hectáreas por excavar.