Granada conmemora el 82 aniversario del asesinato de García Lorca en un año que ha servido para sumar versos a este mundo lorquiano tan tragicómico como sus obras, un 2018 marcado por la llegada de un legado que aún espera visitas y en el que se buscará una fosa que no todos quieren encontrar. El Ayuntamiento de Granada designó como «año lorquiano» a este 2018, que ha servido para recordar el 120 aniversario del nacimiento del autor de Yerma, pero también para eliminar hitos de la lista de deudas pendientes y abrir una nueva página en la que continuar esas historias enquistadas que, quizás, no quieren su final.

«A Granada ha llegado el legado más importante del país». Así empezó a contar un nuevo capítulo de la historia lorquiana el que en julio era el nuevo ministro de Cultura, José Guirao, un experto en el aparente culebrón sempiterno de un centro dedicado a cobijar el legado de Federico como el tesoro que es. Guirao aseguró entonces que las cartas, manuscritos, partituras y fotografías de García Lorca permanecerían para siempre en el centro que lleva su nombre en la coqueta plaza de la Romanilla de Granada.

Quiso así poner el punto final a una historia con versos por escribir, con reclamaciones judiciales, encomiendas de gestión en las que no a todos les cuadran las cuentas y una denuncia ante la Fiscalía cerrada «por el momento». Ese Centro Lorca que empezó a soñarse hace más de una década ha llenado por fin la hilera de estanterías y su cámara acorazada de los tesoros de Federico, ese legado que incluye medio centenar de dibujos y 2.400 cuartillas, arte hecho letra por el autor de Yerma. Sin embargo, el legado de Lorca que ha vuelto a casa desde la Residencia de Estudiantes de Madrid no ha cosechado aún las visitas esperadas para un centro que quiere convertirse en referente internacional.