Obra: ¿Quién es el señor Schmitt?

Autor: Sébastien Thiéry

Intérpretes: Javier Gutiérrez, Cristina Castaño, Xabier Murúa, Quique Fernández y Armando Buika

Versión y dirección: Sergio Peris-Mencheta

Lugar: Gran Teatro, 15/03/2019

Noche de viernes perfecta para el teatro, la obra ¿Quién es el señor Schmitt?, del francés Sébastien Thiéry, versión y dirección de Sergio Peris-Mencheta. Lleno total en el Gran Teatro. A telón abierto nos encontramos, para empezar, con la impactante escenografía de Curt Allen Wilmer.

El matrimonio Carnero se dispone a cenar casi como en un ritual: miradas y silencio. Silencio roto por una llamada telefónica, pero ellos no tienen teléfono. A partir de aquí todo se complica de forma exponencial: alguien quiere hablar con un tal señor Schmitt, están encerrados en la casa, las llaves de la puerta no son las que debieran, ni los cuadros, ni los libros, ni la ropa de los armarios se corresponden con los del matrimonio. Llega la policía, que pide un examen psiquiátrico del marido, para terminar con la llegada del hijo, negro, de los Schmitt. Hasta aquí lo que podría ser una ligera sinopsis de lo que va a ocurrir a continuación en la obra.

¿Quién es el señor Schmitt? es una obra rara, extraña, en la que al final se tiene la sensación de que el mensaje inicial de la construcción de un texto que recorre un arco desde la comedia, al drama para terminar en tragedia, se pierde en alguna parte. Los actores lo entregan todo de sí mismos para montar unos personajes más que creíbles cimentados en la dualidad del cambio de personalidad y pérdida de identidad de Juan Andrés y Marga Carnero, hasta conseguir la nueva de Enrique y Mónica Schmitt. Es un montaje en el que se define una gran comedia de enredo, con mucho humor de comedia del absurdo cuyo final se aparta un poco del desarrollo de toda la función.

Javier Gutiérrez y Cristina Castaño llevan casi todo el peso de la acción con un ritmo excelente. Javier acierta en construir un personaje complejo al que dota de sobriedad, maneras, magníficos silencios y movimientos medidos, sacando, cuando es necesario, un punto de histrionismo y con diferentes caras para los distintos perfiles de Carnero/Schmitt. De Cristina hay que decir lo mismo, también con esos silencios que dicen mucho, con un toque de histeria en los parlamentos que comparte con Javier y que muestran lo absurdo de la situación, y a la que Cristina ofrece una gran carga de tragicomedia. Buen trabajo el de los papeles secundarios, pero resultan más flojos, es más que probable por estar excesivamente caricaturizados.

Buena la dirección de Sergio Peris-Mencheta, que hace viajar a los personajes por el cúmulo de circunstancias que hacen que vayan perdiendo su identidad, aunque sin que se disipe del todo. Un final para que cada uno se pregunte: ¿cómo hubiera reaccionado yo ante estos hechos? Aunque realmente se ofrezca un final cerrado.