Lógica expectación del público, que llenaba el Gran Teatro ante el nuevo modelo de gestión del joven profesor del Conservatorio Superior de Música de Córdoba David Pino, que ha aceptado este reto consciente de su capacidad y conocimientos suficientemente acreditados en el mundo del flamenco, razones que han motivado su nombramiento como director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba. Un reto ilusionante en el que intentará mantener el nivel de sus antecesores, y muy especialmente el de su primer responsable, el tristemente desaparecido Agustín Gómez, que da nombre a la Cátedra.

El cartel de esta tradicional Gala Flamenca destilaba el aroma y sabor de nuestra tierra en los tres pilares que conforman el arte flamenco. Guitarra, cante y baile tuvieron un notable protagonismo en las respectivas intervenciones de Alejandro Hurtado, Julián Estrada y Yolanda Osuna.

El primero, de procedencia levantina pero hecho artísticamente en Córdoba, abrió la noche con una taranta, a la que siguieron seguiriyas y alegrías, y con la legendaria bulería Ímpetu de Mario Escudero, que popularizó en los años setenta el gran Paco de Lucía. Perfección técnica y creatividad de este joven talento, requerido para el acompañamiento por artistas de la importancia de Mayte Martín, que ha sabido valorar la polivalencia de su toque y su brillante sonido. Uno de los grandes impactos de la Gala tuvo un protagonista de excepción en el cante del pontanense Julián Estrada.

Estuvo sensacional en todo lo que hizo, secundado por la cada vez más extraordinaria guitarra de Jesús Zarrias. Una apuesta escénica impecable presidida por una garganta a la que cada día imprime matices distintos en un discurso que lo está posicionando, desde nuestro punto de vista, en el pódium de los mejores cantaores del momento.

En la malagueña de La Trini, que terminó por abandolaos, la soleá y las alegrías ya dio una magnifica muestra de su nivel, rematado por esa tanda de fandangos, algunos huérfanos de megafonía, completando un recital de inequívoca tradición, pero también de sutil modernidad, que provocó la petición por parte del público de algún vis.

Y si hay que poner un calificativo al baile por soleá de Yolanda Osuna, ese es de la solemnidad y majestuosidad flamenca contenida. Todo fue una secuencia de elegancia plástica que nos supo a poco. El cante de Bernardo Miranda y Jeromo Segura con la guitarra de Miguel Pérez y las palmas y unas pinceladas por bulerías de Beatriz y Lorena Osuna y de la propia Yolanda clausuraron esta Gala Flamenca de la Universidad de Córdoba.