NACIO EN MONTILLA

EDAD 68 AÑOS

TRAYECTORIA PERIODISTA. REDACTOR DE DIARIO CORDOBA (1973/81). DIRECTOR DE LA VOZ DE CORDOBA (1981/83). SE INTEGRO EN LA OBRA CULTURAL DE LA CAJA Y CAJASUR. AUTOR DE 14 LIBROS DE TEMATICA CORDOBESA.

Francisco Solano Márquez Cruz presenta hoy en la Delegación de Cultura de la Junta (20.00 h.) su nuevo libro Córdoba de la bicicleta a la Vespa, una crónica social y urbana de una década, documentada en la prensa de la época, en la que una ciudad de múltiples caras se despega de la posguerra y abraza la modernidad sin perder su identidad.

--Ya abordó la época cruzcondista en un anterior libro, ¿es el broche necesario para entender esta década de cambios?

---En efecto, en 2007 publiqué con Almuzara La Córdoba de Antonio Cruz Conde, el alcalde que cambió la ciudad, fruto de una larga investigación hemerográfica en la Biblioteca Municipal, que me permitió reunir más de 12.000 fichas con las que elaboré unos cuatrocientos artículos temáticos. Los que estaban relacionados con las realizaciones municipales los agrupé en aquel libro y ahora recojo en éste gran parte del resto, de manera que complementa a aquél y permite comprender mejor los cambios de la que llamo "década prodigiosa".

--¿Qué representa la bicicleta y la moto Vespa en este tiempo? ¿Son dos objetos tomados como símbolos de un tiempo que se va y de otro que viene con urgencia?

--El título Córdoba de la bicicleta a la vespa es reduccionista, pero vale como símbolo para indicar el ascenso social de muchos cordobeses, para quienes dejar de pedalear fue un signo de progreso; primero en velomotores y más tarde en Vespa, aquella simpática escúter italiana popularizada por la película Vacaciones en Roma. Fue un claro símbolo de modernidad.

-- En la otra obra analizó y desmenuzó el legado de Cruz Conde, pero ahora el sujeto es colectivo. ¿Entre todos rescataron Córdoba de su atraso?

--El libro se estructura en una veintena de capítulos temáticos que abordan todos los asuntos de la ciudad a modo de caleidoscopio de la vida cotidiana de entonces, que transcurrido más de medio siglo aparece hoy teñida de agridulce nostalgia, aunque forma parte de nuestra historia reciente.

--Al margen del alcalde, ¿qué otro personaje considera fundamental en Córdoba en la década de los 50?

--Sin duda Fray Albino González, llamado el obispo blanco por su hábito dominico, que mostró grandes preocupaciones sociales, especialmente en el tema de la vivienda, y llegó a promover la construcción de unas 5.000 en el Campo de la Verdad y en Cañero a través de la asociación benéfica La Sagrada Familia. Pero esa actitud progresista en lo social contrastó con su rechazo de manifestaciones modernas como la moda, el cine e incluso el arte. También destacaría al gobernador Revuelta Prieto, que consiguió la Universidad Laboral para Córdoba, otra de las palancas de su modernización y progreso.

--¿Con qué capítulo se encuentra más satisfecho o en cuál de ellos ve mejor reflejado el tiempo?

--Aunque carezco de perspectiva para elegir, citaría los titulados La vida alrededor, Vamos de compras o Ilustrísimas autoridades. El paso del tiempo transcurrido se refleja especialmente tanto en los artículos que abordan la presencia de militares y falangistas en la vida pública como en los que muestran la profunda religiosidad, al menos aparente, manifestada en cultos, en procesiones y en la Gran Misión celebrada en 1954.

--El capítulo dedicado al cine parece el que más se ajusta a la época. ¿Teníamos necesidad de soñar o la obligación de transformar la realidad para incorporarnos a la modernidad?

--Es que el cine, como las canciones de entonces, constituyen un poderoso mecanismo de evocación. Nunca olvidaré Los últimos de Filipinas ni Atila rey de los hunos, películas que vi en Córdoba de niño cuando venía de excursión con los salesianos. El periódico podía tener silencios, pero sin embargo todos los días publicaba la cartelera, lo que permite reconstruir la programación al detalle. Las clases populares iban a los cines de verano, y por eso llegó a haber casi una treintena. Manuel Medina alude a "decenas de mujeres modestas, esposas de obreros de escaso jornal, cargadas de chiquillos, que sacan sus entradas para soñar un poco".

--Escribe en la introducción que el libro es un homenaje a los periodistas. ¿Cómo evalúa el trabajo realizado por ellos y por el propio periódico?

--El libro es deudor, en efecto, del trabajo desarrollado por los periodistas de la época en el diario CORDOBA y en la Hoja del Lunes, como José Luis Sánchez Garrido, Manuel Medina, Francisco Navarro Calabuig, Enrique Ortiz, Rafael Muñoz y Justo Urrutia, sin olvidar al omnipresente reportero gráfico Ricardo o colaboradores como Ricardo Molina o Juan Montiel. Por sus observaciones sociológicas, que permiten reconstruir una vida cotidiana que no está en las noticias, destacaría la perseverante sección Postal del día, de Rafael Gago. Todos realizaron un trabajo meritorio pese a las limitaciones y consignas, y por ello merecen el pequeño homenaje latente en las páginas del libro.

--Con las libertades restringidas y estrecheces en todos los órdenes florece una pléyade de pintores y escritores de largo recorrido. ¿Cómo explica este fenómeno?

--Efectivamente, los capítulos dedicados a la cultura permiten apreciar la activa presencia de una decena de notables pintores que acreditaron la Sala Municipal de Arte; una veintena de poetas animadores de revistas literarias, entre las que destacó Cántico; un constante desfile por los escenarios de primeras figuras del teatro; una pléyade de eruditos conferenciantes, y una activa vida musical que permitió escuchar a pianistas como Barenboim o Kempf. Caso singular fue el Equipo 57, que renovó el diseño y lo proyectó a Europa. Creo que la rígida censura imperante estimuló la inteligencia de los creadores más comprometidos.

--El libro no tiene intención ni carga política, ¿por qué?

--No analizo la época en clave política porque no soy historiador, pero sí proporciono datos objetivos para que el verdadero historiador pueda interpretarla, como por ejemplo la fuerte presencia de militares, falangistas y clero, con su consiguiente influencia en una sociedad marcada por el trauma de la Guerra Civil. He pretendido hilvanar una crónica directa, ligera e incluso amable de aquella época, que permita a los cordobeses de hoy recordar su historia, con minúscula, reciente.