El escritor cordobés Francico Onieva reflexiona sobre la paternidad con una nueva apuesta estética en su poemario Vértices, obra con la que obtuvo este año el premio de Poesía Gil de Biezma y que ayer presentó en Córdoba, dentro del ciclo Letras Capitales, en compañía de Isabel Alcaide. Se trata de un libro que parte de un hecho celebrativo, la experiencia de la paternidad, adentrándose en las dudas, la incertidumbre y la redefinición de distancias que supone ser padre, pero, «al ser una experiencia tan cercana, no quería caer en la autobiografía», aseguró el autor, que huye de la «frivolidad», permitiendo que se cuelen entre sus poemas «las injusticias de la sociedad actual». «Pese a ser un libro optimista, celebrativo de la vida, es cierto que no se intenta enmascarar la dureza de la realidad ni la experiencia de la muerte», subrayó Onieva.

El libro también plantea «ese trastorno interior y la reubicación en el mundo y tus relaciones con él ante el hecho de ser padre, que conecta con la dura incertidumbre con la que nace la creación literaria», algo que surge también de «una dura incertidumbre». Por otro lado, el escritor confesó que ha sido un libro en el que se ha sentido «un poco huérfano» a la hora de crearlo porque, «aunque hay tres citas masculinas que abren el libro, apenas se ha tratado este tema en nuestra tradición literaria».

«La mujer sí ha podido crear un discurso acerca de la maternidad, pero este no es el caso del hombre», continuó Onieva, que reconoce que «hay algún indicio», como un libro de Leopoldo de Luis en el que habla de su hijo, pero «es un tema que prácticamente no se ha abordado y me apetecía mucho hacerlo».

Vértices tuvo una larga gestación de casi nueve años, en los que, «por no caer en la autobiografía», se quedó parado en algunos momentos «para que reposara y tomar distancia sobre lo que estaba contando», siendo su proceso de escritura paralelo al libro El extraño escritor.

Pese a tan largo periodo de tiempo de creación, el escritor se mostró satisfecho de su homegeneidad e insistió en que «la clave no era contar una emoción mía, sino dar las bases para que el lector sienta esa emoción». En cuanto a la inusual temática que trata en este poemario, el escritor aseguró que se ha adentrado en ella «por pura necesidad vital», asumiendo, «hasta cierto punto, un riesgo», aunque el premio Gil de Biezma corrobora el éxito de su reto.