Los fotógrafos Manu Brabo (premio Pulitzer), Emilio Morenatti y Samuel Aranda (en estos dos casos, distinguidos con el World Press Photo, entre otros) participaron ayer en la mesa redonda Fotógrafos en guerra: Fotoperiodismo contemporáneo en zonas de conflicto, que fue celebrada en la sala Vimcorsa, en el marco de las actividades complementarias de la décimo quinta edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba, que son coordinadas por el presidente de Afoco, José Gálvez. El objetivo de esta actividad fue analizar la situación de la profesión, sobre la que Brabo manifestó a este periódico que «la vocación de servicio público que tiene la prensa se ha sustituido por una vocación comercial».

Brabo admitió que, en su caso personal, «no me puedo quejar, aunque eso no quiere decir que no haya cosas que estén realmente mal». De este modo, explicó que los freelance «vamos con una mano delante y otra detrás», y aludió, en términos generales, a una «crisis de valores», detallando que «si el ciudadano de a pie no se queja, las cosas no van a cambiar».

En la misma línea, Samuel Aranda subrayó que «la gente que nos dedicamos a la fotografía, sobre todo de mi generación, nos hemos tenido que ir a empresas extranjeras» para realizar un trabajo más internacional, aunque esto «pasa en muchas otras disciplinas». A su juicio, «la gente que tiene los medios en su poder no está interesada en la calidad y está muy endeudada, lo que hace que haya perdido la independencia». Así, contrapone la situación española a la de otros lugares, explicando que en The New York Times, periódico con el que trabaja, decidieron invertir más en calidad ante la crisis.

Al ser preguntado por la incidencia de las nuevas tecnologías, Emilio Morenatti señaló que con las nuevas herramientas «se agiliza mucho el trabajo», pero «las velocidades vertiginosas nos llevan a una producción acelerada, con el riesgo de tener que pagar una calidad y una autoridad en el trabajo». Este profesional, que trabaja para The Associated Press, destaca que se realizan coberturas más extensas y apunta a otros aspectos como la relevancia del material visual o el aumento de tareas para el fotógrafo que pasa a ser responsable de una producción.

El moderador de la mesa, Pablo Juliá, exdirector del Centro Andaluz de Fotografía, elogió la labor de estos tres profesionales, destacando que «han vuelto a recuperar el espíritu de la fotografía más comprometida».