El escritor y docente cordobés Fernando Molero Campos se adentra en una historia de amor y sexo en su tercera novela, La carne y la palabra, que fue presentada ayer en la delegación territorial de Cultura, dentro del ciclo Letras Capitales, por el periodista y escritor Francisco Antonio Carrasco. En esta obra, el autor se refugia tras el nombre de Anabelle Scorzo para hablar por primera vez explícitamente de erotismo, sin abandonar otros aspectos comunes en su narrativa, como la familia, el amor, lo popular o el cine, siempre presente en su literatura.

-¿Que se encierra tras ‘La carne y la palabra’?

-Es una historia de amor entre una profesora de universidad y un actor de cine para adultos.

-¿Es la primera vez que se adentra en el erotismo tan explícitamente?

--Sí. El sexo forma parte de los textos que escribo, pero hasta ahora no con la contundencia que se manifiesta en esta novela.

-¿Por qué ahora? ¿Lo necesitaba para contar lo que perseguía?

-No es una novela reciente, la escribí hace ocho, y entonces no recuerdo muy bien por qué lo hice. Fue justo después de acabar con La cabeza cortada de Yukio Mishima, que me llevó mucho tiempo de investigación. Decidí escribir algo más ligero y sin esa carga de investigación. En cualquier caso, en esta novela se resumen dos importantes aspectos del ser humano: nosotros somos un compendio de un cuerpo y un lenguaje, de carne y palabra.

-También se vale de este argumento para hablar de la doble moral.

--No era mi objetivo al principio, pero confrontar a dos personajes tan dispares quizá lo provocó. Las relaciones sentimentales humanas son muy difíciles en cualquier situación, pero esta es aún más complicada porque estos personajes tienen que enfrentarse a muchos más obstáculos de lo habitual. Su historia les crea muchos problemas a nivel profesional o familiar. A raíz de eso, el tema de la doble moral va cayendo por su propio peso.

-¿Sobre qué otras cuestiones reflexiona en esta extensa novela?

--El título viene acompañado de un subtítulo (Una novela pornográfica, popular, intelectual, cinéfila y muy familiar) que, de alguna manera, lo resume todo. Es pornográfica porque el sexo es uno de los temas capitales; popular, porque hay determinados espacios, ambientes y lugares muy comunes que son elementos que invitan a ser leída por cualquier persona sin necesidad de esfuerzo. Es intelectual por la aparición de referencias constantes a autores, directores de cine, películas, obras literarias, etcétera. Y en cuanto al cine, es una de mis pasiones y está reflejado en muchas cuestiones de la trama de la novela. El único tema que falta, y siempre ha sido muy recurrente en mí, es la muerte.

-¿Por qué le influye tanto el mundo del cine?

--Yo llego a la palabra después del cine. Mi entrenamiento de juventud era ver cine, y todo eso te va curtiendo de experiencias. Es inevitable que esté presente en mi literatura. De hecho, mi próxima novela apenas tendrá una parte narrativa, todo es diálogo, es lo más parecido a un guión de cine.

-Ha escrito cinco cuentos y tres novelas. ¿En qué género se siente mejor?

--Siempre me he identificado mucho con el cuento, el género breve, pero cada vez me tira más escribir novela.