Tras el interesante concierto de presentación , la Orquesta de Córdoba entra en la temporada en la noche de hoy jueves y mañana viernes con un programa en el que se reúnen obras de Leo Brouwer, Ígor Stravinsky y Anton Bruckner y con el que celebra el 80 cumpleaños del compositor cubano.

La obra que abrirá el concierto es la Canción de gesta, compuesta en 1979 por Brouwer -por encargo de la American Wind Symphony Orchestra de Pittsburgh-, que le añade el subtítulo de Granma, la nave llena de futuro. Concebido como un poema sinfónico, aunque no a la manera romántica, sino como una construcción flexible pero perfectamente estructurada -Tomás Marco la considera «obra concisa, perfecta en sus proporciones y escritura»-, es un extraordinario ejemplo de la proteica y genial aventura lingüística y estética del maestro de La Habana.

El Octeto para instrumentos de viento de Stravinsky fue compuesto en 1923 y su curiosa plantilla instrumental explica su sonoridad acidulada, aunque la apuesta por excluir todos los matices entre forte y piano lleva a una impresión de obra en blanco y negro sorprendente si recordamos las opulencias de El pájaro de fuego. La descripción que hace de la obra el propio Stravinsky es clara: «Mi octeto es puro objeto sonoro… Esta especie de música no tiene otra finalidad que la de ser suficiente en sí misma».

HOMENAJE A WAGNER // Dedicada a Richard Wagner, admirado reverentemente por Bruckner, la Sinfonía nº3, en re menor del austríaco es descrita con frecuencia como obra «bisagra», apelativo que, lamentablemente, le resta autonomía para ser juzgada por sí misma.

En ella, los tutti, los contrastes abruptos, las violencias dinámicas y la intrepidez de la escritura le infieren una altiva grandeza. Su composición finalizó en 1873 y fue revisada por Bruckner en varias ocasiones, la última en 1889. Tras unos compases con las maderas en ostinato y la trompeta anunciando el tema principal, comienza el Moderato con moto (Mäig bewegt), una entrada en materia que será habitual en las sinfonías posteriores y que se inaugura en esta.

El Adagio quasi andante es el movimiento wagneriano, que, con citas al tercer acto de La walkiria y notable firmeza en la escritura precede al Scherzo vivace ma non troppo (Ziemlich schnell), en el que un breve motivo -casi no llega a tema- se lanza al vacío en un torbellino que se retroalimenta en la cuerda asemejando un perpetuum mobile sólo apaciguado por el ländler del trío. El Finale (Allegro), muy transformado, contiene una polka y un coral, reflejo de las alegrías y las tristezas de la vida, según Bruckner.