Se enamoró del flamenco entre bambalinas viendo a su familia, Los Farruco, sobre el escenario cuando apenas levantaba un palmo del suelo. Hoy, Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, es un referente en el baile flamenco y en el compromiso con la tradición. Mañana llega al Teatro Góngora de Córdoba con su último espectáculo, Improvisao, un montaje en el que el bailaor y un elenco de artistas de sólida formación flamenca se dejan llevar hasta convertirlo en algo único cada noche a base de una cuidada improvisación.

-¿Llega a Córdoba con ‘Improvisao’, un montaje que ha paseado por numerosos escenarios. ¿Cómo lo está recibiendo el público?

--Creo que el público se lo está pasando bien con nosotros. Improvisar, además de que para nosotros es el origen del arte flamenco, siempre es divertido. Tienes que poner el corazón en todo momento y utilizar los recursos que has aprendido durante tantos años, pero siempre de manera diferente, contando con el cante, la guitarra, con el compás que te vayan haciendo en ese momento, y lo que sale no es mejor ni peor, pero es irrepetible. Se queda ahí, en esa noche, en ese teatro.

-¿No es un poco arriesgado?

--Es muy arriesgado. Al principio, me preguntaron que si no había ensayado, que si el espectáculo no estaba preparado. Y en ese momento pensé que llevo toda mi vida preparándome para hacer un espectáculo improvisado.

-¿Es lo más parecido a una fiesta flamenca?

--Sí, y la gente lo percibe así. Al no tener que hacer siempre lo mismo, lo que está ensayado, van surgiendo cosas. El cantaor puede hacer lo que quiera, igual que yo o la guitarra, pero estamos todo el tiempo pendientes uno del otro como en una fiesta.

-Para eso necesita contar con un elenco que responda.

--Por supuesto. Y lo tengo. Es un elenco que me conoce y, además, tiene formación flamenca. Y digo formación porque la gente habla de la formación clásica, de la musical, pero nadie dice nada de la formación flamenca. La mayoría cree que consiste en llevarlo en la sangre, pero no es eso solo, aunque sea muy importante. El flamenco también se estudia.

-Con este montaje ha vuelto a Nueva York después de 13 años. ¿Es una plaza difícil?

--Creo que no, según el espectáculo que lleves. Allí están hartos de ver puestas en escena, de ver fuegos artificiales, y cuando ven un flamenco desnudo, un arte que simplemente consiste en ofrecer el espectáculo del artista y no las luces ni el vestuario, siempre lo agradecen. El flamenco se valora más fuera que dentro de España, el público americano se ha vuelto exigente porque ya ha visto muchas veces un montaje con 20 bailarinas sobre el escenario. Es más, eso lo inventaron ellos. Lo que nosotros tenemos y ellos no es que lo hemos vivido, porque el flamenco es una vivencia, una cultura, una manera de ser, y cuando pones eso sobre el escenario lo valoran porque eso apenas lo ven.

-¿Cree que el baile flamenco debe evolucionar o, por el contrario, hay que mirar atrás y recuperar la esencia?

--Como todo en la vida, hay que encontrar un equilibrio. El flamenco lleva siendo vanguardista mucho más tiempo que cualquier otra danza, y jamás ha tenido una moda. Nunca se ha dejado llevar por un estilo, siempre ha sido tan distinto porque cada artista lo ha representado de una manera personal.

-Usted da clases de baile flamenco. ¿Qué es indispensable para aprender este arte?

--Que te guste, que estés enamorado, porque de este arte y de esta profesión hay que enamorarse para trabajar en ella. Por otro lado, hay que ser aficionado, pero no solo de lo que haces, ya sea cante, baile o guitarra. Tiene que gustarte el arte en su sencillez y no solo pensar en impresionar con tus habilidades. Para mí, evolucionar no es bailar flamenco a ritmo contemporáneo, sino seguir bailando flamenco pero reinventándose, que nadie haya visto bailar de esa forma.

-Tras unos años duros, volvió a pisar con fuerza los escenarios. ¿Esa energía también la alimenta el arte?

--Sí, el arte ayuda a expresar lo que uno siente es en cada momento, sea bueno o malo. Te ayuda a liberarte.

-¿Cómo ve el flamenco en Córdoba?

--Tiene un nivelazo. Allí está mi compadre Vicente Amigo, que se junta con todos los jóvenes, que lo han tenido como maestro, igual que a El Pele. Y el público de Córdoba también sabe lo que ve. Córdoba es una tierra con mucho arte.

-¿Cree que desde que obtuvo el título de la Unesco las autoridades se han tomado más en serio el flamenco?

--Que va. Yo no he notado eso. Creo que no se debería quedar en un mero reconocimiento, hay que tomar conciencia de que en España tenemos una música que es un tesoro, una cultura, y si esta música hubiese nacido en Nueva York, por ejemplo, aquí estaríamos locos por traer a esos artistas. No nos damos cuenta de lo que tenemos

-Con 15 años creó su primer espectáculo. ¿Qué balance haría de su trayectoria?

--Soy una persona muy positiva y mi balance siempre será positivo. La profesión me ha dado momentos muy bonitos. Con 15 años tuve la oportunidad de presentar un espectáculo, y hay gente que tiene mi edad y aún no ha podido hacerlo. Me siento querido y comprendido por el público y he tenido la suerte de hacer espectáculos que casi siempre han tenido la aceptación del publico, y eso es una maravilla. Hay gente con mucho talento y a mí de da pena que no los conozca nadie.

-¿Qué diferencia hay entre Farruquito y Juan Manuel Montoya?

--No hay mucha. Yo soy siempre Juan Manuel. No me gusta el ambiente de la fama, que todo el mundo me reconozca. Siempre he sido muy tímido y me gusta pasar desapercibido. Lo que más me gusta de ser Juan es seguir teniendo los amigos de siempre, pasearme por el barrio, ir a la compra con mi mujer y jugar en el parque con mis hijos.

-¿Qué nos espera después de ‘Improvisao’?

--Estoy montando un espectáculo nuevo. Es una selección de las cosas más personales, las que más me han gustado a mí. Nunca he diseñado un montaje bajo mi criterio, sino el del público, pero esta vez me gustaría mostrar lo que yo soy, que también tengo una parte muy musical y moderna que quiero contar.