Como viene siendo tradicional desde hace una década, profesionales de la Cultura y el patrimonio de Córdoba volvieron a reunirse ayer, en torno a la tumba de los Romero de Torres, para rendir su particular homenaje a esta familia de artistas, por su salvaguarda del patrimonio histórico y de los museos de la ciudad.

La iniciativa, promovida entre otros por José María Palencia, director del Museo de Bellas Artes, surgió, como él mismo explicó ayer, para defender el cuidado y mantenimiento de las tumbas de la familia, «que estaban muy abandonadas». Tras la restauración del sepulcro, se ha ido manteniendo esta tradición, en torno al 10 de mayo, fecha en la que, en 1930, falleció el destacado artista cordobés.

En el acto de ayer en el cementerio de San Rafael intervino Ildefonso López García-Sotoca, un jubilado, incansable lector de periódicos y amante de la historia de la ciudad, que expuso sus investigaciones en torno a la figura del pintor. Igualmente, Bernard José Jurado acompañó el acto con su violín, interpretando las obras Cinema Paradiso, de Enrio Morricone, y Traumerei Reverie Ensueño, de Robert Schumann.

Precisamente ahora, la Diputación de Córdoba está transformando el estudio del pintor Julio Romero de Torres, ubicado en la parte trasera de la casa familiar del artista -antiguo Hospital de la Caridad, que es propiedad de la institución provincial- en un espacio visitable para el público. En concreto, han concluido las obras de recuperación del pabellón norte, donde se ubica el estudio.