La imagen gráfica de Bodegas Campos, el interior de los ascensores de la Diputación, el revestimiento cerámico de la piscina del hotel Los Gallos, los cuatro murales cerámicos de la Facultad de Medicina, el mascarón del reloj de sol del Palacio de la Merced y el mural de la fachada del Banco Coca que se conserva en el Campus de Rabanales son algunas de las obras que dejarán la huella para siempre en Córdoba del artista Tomás Egea Azcona (Madrid, 1939), fallecido ayer a los 84 años a causa de una insuficiencia respiratoria. Su inesperada desaparición provocó ayer la consternación y el dolor del mundo del arte en Córdoba, sobre todo, porque no podrá disfrutar de la exposición antológica que el Ayuntamiento le preparaba, y sigue manteniendo, para rendirle homenaje, un proyecto que le tenía «muy entusiasmado y feliz» y en el que se había implicado mucho ,junto al comisario de la muestra, Jesús Alcaide.

Egea, que fue colaborador de Diario CÓRDOBA durante varios años, desarrolló múltiples disciplinas artísticas a lo largo de su trayectoria, entre ellas la pintura, la ilustración, la cerámica, el pirograbado, maquetas de arquitectura y vidrieras y, aunque su obra es poco conocida por la ciudadanía, su figura fue muy importante en el desarrollo de la ciudad, ya que estuvo en el germen del arte contemporáneo y de la modernidad en Córdoba y su carrera corrió en paralelo a la de Equipo 57, destacando los trabajos que realizó con el arquitecto Rafael de la Hoz. «Ha sido uno de los creadores que ha tenido más repercusión a nivel nacional y su obra siempre ha tenido un sello muy personal», señaló el delegado municipal de Cultura, David Luque, que lamentó el fallecimiento del artista.

Por su parte, Juan Carlos Limia, director general de la delegación municipal de Cultura, área que auspició y promovió el homenaje que Egea iba a recibir en mayo a través de la exposición retrospectiva de su obra, recordó «la alegría» del artista ante este proyecto, que también era «una gran ilusión para nosotros». «Tomás Egea aportó mucho en su momento a implementar los códigos contemporáneos que aquí eran inexistentes y no fáciles de incorporar», dijo Limia.

La emoción y el impacto de la noticia desbordaba ayer a Jesús Alcaide, que, igual que otros críticos de arte, compañeros y amigos del artista, destacó sus valores como persona, además de los profesionales. Después de una «estrecha» relación con Egea durante casi un año con la preparación de la muestra, el comisario recordaba ayer su «sentido del humor» y la «tremenda satisfacción» que suponía este proyecto para el artista, que lo consideró como «un regalo» que le estaba «dando la vida», subrayó Alcaide, que reconoció su «pena» por no haberse podido culminar ese deseo de todos. «Él sabía que era uno de sus últimos proyectos», prosiguió Alcaide, que señaló que «era una forma de reconocer a un artista del que se han hecho muy pocas exposiciones y tenía muchas vertientes y muchas historias que contar». «Me quedo con la felicidad que le provocó plantear esta exposición, tanto a él como a Lola Valera, su mujer», concluyó el comisario.

Por su parte, el arquitecto Juan Cuenca, gran amigo del artista fallecido, aseguró que «era una persona con una imaginación portentosa y una agilidad en el dibujo impresionante, con una espontaneidad y fluidez tremenda», destacando también su aportación a la contemporaneidad de Córdoba en dos vertientes: sus dibujos satíricos y jocosos y la intervención en espacios arquitectónicos. «Perdemos que siguiera produciendo, nos podía haber dejado mucho más», dijo Cuenca. Otro de los amigos y compañeros que mostró su dolor por la pérdida de Egea fue el artista Jacinto Lara, que aseguró que fue «un maestro» para todos los artistas «de mi generación». «Tomás hizo mucho más de lo que muchos soñamos», destacando la «humildad» de Egea, a quien se despedirá hoy, a las 13.00 horas, en el tanatorio de Las Quemadas.